• Reaparece públicamente la ex alcaldesa de Acapulco, hoy magistrada del Tribunal Superior de Justicia, y habla sobre los ataques de que ha sido objeto, al participar en el Cuarto Congreso Nacional de Mujeres por México
Por Francisco Javier Flores V.
ACAPULCO, Gro., 20 de marzo del 2022.- Si alguien sabe lo que es la violencia política en Guerrero, esa es Adela Román Ocampo. Y más, cuando se trata de violencia política en razón de género, que la ha acompañado durante sus más de 40 años dentro del servicio público, y la ha sufrido con mayor intensidad tras su paso por la presidencia municipal de Acapulco.
Desde su juventud, al terminar la carrera de licenciada en Derecho, y luego de que un año después ya era subdirectora del entonces Centro de Readaptación Social (Cereso) –del cual posteriormente fue directora interina-, la hoy magistrada del Poder Judicial del Estado, ha sido víctima del dedo flamígero de quienes ya desde esa época cuestionaban: ¿Cómo le hizo? ¿A quién se las dio para llegar a ese cargo?
En lo que fue una especie de reaparición pública de quien también participó como aspirante a la candidatura al gobierno estatal, la ex alcaldesa porteña participó este fin de semana en el Cuarto Congreso Nacional de Mujeres por México, organizado en Acapulco por la organización “Mujeres que Inspiran” que encabeza en Guerrero Adriana Román Ocampo.
“SOY DE LA ALTA”
Al exponer –como lo hicieron muchas en ese encuentro- su experiencia de vida ante mujeres de diferentes estados de la república y de diversos estratos sociales- Adela Román lamentó que con mucha ligereza se le señale de hechos que se alejan mucho de la realidad.
Dijo que le han inventado que ya se mudó a vivir a Las Brisas y que tiene también una casa en Pichilingue, ambos exclusivos fraccionamientos ubicados hacia la zona Diamante de Acapulco, lo cual, aseguró, es completamente falso.
Ella sigue viviendo en una colonia popular; tan así, que incluso hay personas –dice- que sorprendidas le preguntan ¿todavía sigues así? Y ella les contesta: “Si, es que yo soy de la alta… de la parte alta del cerro de la Morelos”, bromeó ante la audiencia.
Le han endilgado también que tras su paso por el gobierno municipal se convirtió en multimillonaria, y que ahora ya es “fifí”, lo cual también está alejado de la realidad. Si tiene, concede, algunos ahorritos producto del trabajo en su extensa trayectoria como servidora pública, pues además de su carrera judicial que inició como jueza menor, ha ostentado cargos como diputada local y síndica procuradora del Ayuntamiento de Acapulco.
Rica, sin embargo, no es, dijo, e incluso ironizó al revelar que “ni carro tengo, aunque algunos pueden pensar: qué tonta”.
Al respecto, recordó que la camioneta blindada en la que se transportaba siendo alcaldesa, se la puso a disposición el ex gobernador Héctor Astudillo a petición de un alto mando militar, ante el riesgo que corría por el combate que en coordinación con la federación y el estado llevaban a cabo contra la delincuencia organizada, implementando acciones que afectaban sus intereses.
HOMBRE, EL PEOR OPOSITOR
En su relato, recordó cuando solicitó licencia al cargo en el Tribunal Superior de Justicia para buscar la candidatura a la presidencia municipal de Acapulco por Morena, para acompañar en el proceso electoral al candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, y cómo dentro del partido fue objeto de violencia por sus mismos compañeros.
Contó la vez que en un evento, en un hotel de la Zona Diamante, el propio López Obrador precisó, ya que se había establecido el género para la candidatura de Acapulco, “que ya no le buscaran, que donde había tocado mujer, iba mujer”, pero que sin embargo uno de los aspirantes varones, que se encontraba al lado de ella, volteó a verla y le dijo: “no te creas, todavía no es definitivo”. Y es que para él, que quería ser alcalde, nunca fue definitivo, tan así que, ya como ediles, se encargó de ser su peor opositor al interior del Ayuntamiento. No dijo nombres, pero todo apuntó hacia la sindicatura, ahí donde despachaba un médico de… mujeres.
Ese mismo tratamiento hostil recibió del ex delegado de los programas federales y hoy diputado federal por el Distrito 04, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, quien por ser mujer, como funcionario nunca la quiso recibir en su calidad de coordinadora de los presidentes municipales de Morena en Guerrero, nombramiento que, por cierto, se lo concedieron sus compañeros en su ausencia.
Por esa misma condición de género, también en el Congreso del Estado le pusieron trabas a sus gestiones, recordó, como la vez que un diputado preguntó: “¿Y quién es Adela para venir a decirnos lo que tenemos que hacer?
EL PAPA Y LA CACA DE LOS MEDIOS
A Adela Román la han tundido bien y bonito no solamente en algunos medios de comunicación “formales” (prensa escrita, radio y televisión), sino también en las llamadas por López Obrador benditas redes sociales.
“Es bien fácil calumniar y destruir honores”, dice la magistrada y se remonta a una entrevista concedida por el Papa Francisco a un periodista (el español Jordi Évole, del programa Salvados), en donde palabras más, palabras menos, dijo que la publicidad en las redes, donde se destroza el honor, donde se destruyen vidas, “es caca”.
Y es que para Adela, “comunicar es decir la verdad, hablar completo, no decir las cosas a medias, por eso mi respeto, mi cariño, mi solidaridad para todos aquellos que se dedican a informar y lo hacen con ética, con profesionalismo; y claro, mi repudio para aquellos y aquellas que se presten en las redes a destruir vidas, a destruir honores y toda una trayectoria de hombres y mujeres que se esfuerzan cada día por salir adelante”.
FORTALECER EL ESPÍRITU
Son ya casi las 3 de la tarde del sábado acapulqueño. Antes de la ex alcaldesa habían participado al menos una veintena de mujeres (incluido un ex presidente municipal de Teotihuacán, el único varón) en su gran mayoría contando historias de vida, en ese evento programado para iniciar a las 10 de la mañana pero que empezó unos 40 minutos después.
Como última ponente antes de darse por clausurados los trabajos del Congreso, Adela Román no podía cerrar de mejor manera su participación.
Con ese temple que le caracteriza, hizo un enérgico llamado a las mujeres a no permitir más violencia de género, “que sepamos todas que nos tenemos, que si nos violentan a una nos violentan a todas, y que no demos por hecho lo que se diga de Juana, de Petra o de Chana, porque es bien fácil calumniar y destruir honores”, remarcó.
Y cuando más emocionada estaba, cuando reprochaba que pese a los esfuerzos que se han hecho la violencia en contra de las mujeres sigue, pero que a ella nada la dobla, porque no se rinde, “y porque no estoy sola, las tengo a ustedes y, sobre todo, me tengo a mí”, un recuerdo la hizo estremecer, sus ojos se humedecieron y la voz se le quebró.
Era el de su hermano Jorge, el que de cariño le decía “Chata”, y que antes de morir el año pasado víctima del Covid-19, le dijo: “Fortalece tu espíritu, porque si lo fortaleces vas a aguantar el hambre, el calor, el dolor; vas a soportar todo… ¡fortalece tu espíritu!”. Luego calló por unos segundos y se disculpó por ello. “Es que lo extraño”, se justificó, pero luego se rehízo, recobró el aplomo y afirmó que de él “aprendí a ser fuerte, a no dejarme, pero sobre todo aprendí a amar, a amar a mi prójimo, a querer a los demás y a ser solidaria”.
La concurrencia la despidió con un sonoro aplauso y más de una acudió a mostrarle su afecto y solidaridad con un abrazo.