- Guerrero, santuario de derechos humanos, promete Evelyn
- Limpieza de la ciudad, un reto para Norma Otilia
Por Roberto Santos
Se oye bien lo que dice la gobernadora, Evelyn Salgado Pineda.
Que Guerrero será un santuario de los derechos humanos, como promesa suena excelente.
El problema es cómo hacer realidad algo que no depende solo de la voluntad de la gobernadora.
Además este acuerdo lo firmó con alguien que hasta el momento ha quedado a deber en materia de derechos humanos, María del Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
En qué podrá ayudar esta señora a Guerrero y a su gobernadora, cuando no se ven resultados en su quehacer.
Si su objetivo es que la entidad “sea un territorio de libertades, sin represión, donde las niñas y niños puedan crecer y desarrollarse libremente, las mujeres puedan caminar sin temor, los periodistas puedan ejercer su trabajo sin miedo, los ambientalistas puedan defender su territorio sin perder la vida y los estudiantes se puedan manifestar libremente,” va a tener que explicar cómo lo hará realidad.
No se debe dudar de sus buenas intenciones, pero de éstas está empedrado el camino al infierno, lo dijo alguien que sabía que si esos designios no se hacen realidad solo quedan en eso, buenos propósitos.
Ojalá que esa “agenda integral de atención a los derechos humanos se haga realidad”, y la promesa de que “contribuirá a esclarecer los pendientes y a garantizar que no vuelva a repetirse ningún tipo de episodios que sucedieron en el pasado,” se concrete en los hechos y pronto podamos saber que los colectivos de familiares que buscan sus desaparecidos ya tienen atención y acompañamiento de las autoridades que les proporcionen apoyo psicológico y seguridad ante las amenazas que reciben de las bandas delincuenciales.
Además de que les ayuden a ubicar a quienes por causas desconocidas desaparecieron y secuestraron sin que a la fecha sus familiares tengan noticias acerca de su paradero.
Es cierto que nadie desea que suceda un Aguas Blancas, un caso Ayotzinapa, ni un Charco, como asegura la gobernadora que ya no sucederá.
El asunto es que para conseguir hacer realidad eso, debe tener un sistema de seguridad pública de excelencia, controlar a los grupos criminales y a los políticos que le meterán presión a su gobierno.
Si logra eso es posible que no vuelva a suceder algo semejante en Guerrero. Pero si su política es de no atacar las acciones criminales y la violencia en los lugares donde se engendra, como Acapulco, Iguala y Chilpancingo, sus anuncios solo quedarán en una bella pieza de oratoria.
LA BASURA EN CHILPANCINGO. Lo más importante para tener un Chilpancingo limpio es contar con la participación de la ciudadanía, afirmó la presidenta municipal Norma Otilia Hernández Martínez.
Y que gracias a los 20 carros recolectores de basura se están dando buenos resultados.
Cierto es que se percibe el trabajo de la dirección de Servicios Públicos Municipales al intensificar la recolección de los residuos en colonias y calles del centro de la ciudad.
El problema será hacer que la ciudadanía participe en mantener limpia la ciudad, si no se sienten como parte de ella, por lo que mantienen un nulo compromiso para no tirar su basura donde se les ocurra.
Qué bueno que en algunos lugares van a participar vecinos y comerciantes para mantener limpia la ciudad, pero seguirá siendo un tremendo desgaste de los operadores de los camiones en estar pasando una y otra vez a levantar la basura si los comerciantes del centro o los vecinos de cualquier colonia siguen dejando sus bolsas de desechos donde el camión ya pasó a levantar las bolsas tiradas en el suelo. Ese va a ser un cuento de nunca acabar.
Eso es algo que al parecer nunca va a cambiar por más esfuerzos que hagan por mantener limpia la ciudad, porque un gran sector de la sociedad no le importa lo que las autoridades hagan, solo respingan cuando dejan de hacer, es decir, si no hay agua. Porque si no pasa el camión no les importa porque su basura la tiran donde se les ocurre, sin considerar las consecuencias.
Hace falta intentar una campaña de educación ecológica en la ciudad, integral, con rescate de áreas verdes, zonas de esparcimiento, educar a la gente para que ya no saquen a sus perros a defecar en las banquetas sin levantar sus desechos, con castigos o multas administrativas si lo hacen y para quienes sin ningún rubor tiran sus bolsas de basura donde se les de su gana.
Ojalá Norma Otilia consiga erradicar la cultura del valemadrismo de buena parte de la población de la capital, solo así logrará hacer realidad su eslogan de la capital de la cultura y del progreso.