• ¿Ricardito?
Por Francisco Javier Flores V.
Hace algunos meses, en noviembre para ser exactos, en un ejercicio de medición hecho por una página de Facebook entre posibles candidatos a la diputación local por el Distrito 07 de Acapulco, Ricardo Astudillo Calvo fue “derrotado” por uno de los participantes, el ex dirigente municipal del PAN Rafael Cisneros Escuén.
En esa mal llamada encuesta, donde Ricardo obtuvo el segundo lugar, también participaron personajes como el diputado local por Morena, Moisés Reyes Sandoval, quien quedó en un vergonzoso último lugar, superado por el regidor del PT, Roberto Ortega González, el dirigente municipal del PRD, Bulmaro Cabrera Rojas e incluso por Alfonso Gutiérrez, líder de una organización con presencia en El Coloso.
En ese tiempo, hay que decirlo, el hijo del gobernador Héctor Astudillo Flores y la señora Mercedes Calvo Elizundia no era muy conocido en esa zona y el llamado Movimiento RAC que encabeza apenas despuntaba. Hoy, a seis meses de distancia, las condiciones son muy diferentes. Rafael Cisneros es candidato a regidor; Moisés Reyes confirmó lo poco que representa en su partido y Roberto Ortega dicen que busca nuevamente la regiduría.
Sólo Alfonso Gutiérrez, penúltimo lugar de aquella medición de Facebook, logró la candidatura por Movimiento Ciudadano, mientras que Bulmaro Cabrera, gracias a la coalición PRI-PRD, va como suplente de quien es hoy el candidato, Ricardo Astudillo Calvo. Quienes compiten por los demás partidos son, literalmente, perfectos desconocidos.
De hecho, las evidencias permiten afirmar que a estas alturas Ricardito, como insistentemente lo nombra el ex diputado por ese mismo Distrito, César Landín Pineda, ha tenido un crecimiento exponencial no solamente por el ritmo que le ha impreso a su campaña política, sino porque ha sabido penetrar en el ánimo de la gente, con un discurso fresco, apartado de las poses y practicando el trato directo con los ciudadanos, yendo ahí donde están los problemas y, lo más importante, estableciendo compromisos para regresar a resolverlos.
Bien rápido el joven Astudillo se ha sacudido el estigma que persigue a los “hijos de papi”, pues la lucidez de sus ideas, la fuerza de sus palabras y la convicción que denota en sus planteamientos, hacen que comience a brillar con luz propia, al grado de ir convenciendo a los escépticos que el PRI no se equivocó al mandarlo a competir en un Distrito complejo, con marcados contrastes, pues lo mismo abarca zonas de profunda marginación, entre ellas Cayaco y sus alrededores, que otras de alta plusvalía, como el Acapulco Diamante.
Así, el inminente arribo de Astudillo Calvo al Congreso local en donde se le augura un papel destacado como legislador, podría ser el inicio de una prometedora carrera política e incluso abrirle la puerta a retos mayores en la política de Acapulco y Guerrero. Obviamente con calma, avanzando con pasos firmes.
Ya debería ir pensando César Landín en un futuro cómo va a llamar a quien hoy –cariñosamente, claro- llama Ricardito. Vale.