• Erase una vez en #Guerrerolandia….
Por Kenia Guzmán
Erase que era una vez, en un muy muy lejano pueblo llamado Guerrerolandia, había un Príncipe al que le llamaban el «Ave Fénix», porque había resurgido de la muerte, después de muchos años de haber estado inerte en su ámbito político, pero que gracias al Gran Mago Gris, llamado Hamlof; quien al tocarlo con su varita mágica, renació y lo convirtió nuevamente en un fuerte y saludable Príncipe al servicio del reino de Morenolandia.
El Príncipe Fénix, después de ser un máximo legislador de la Corona de Morenolandia, aspiró otra vez a ser el Rey de su pobre y vetusto pueblo de Guerrerolandia. Un pueblo arcaico y violento, que a pesar de haber tenido varios gobernantes de otros pueblos, que también se habían aprovechado y saqueado de ellos como los perredianos, los priísilianos y los waltonianos; seguían confiando en el Príncipe Fénix, como un
ser bajado del cielo, con características de un ángel pero con cuernos de demonio, lengua viperina y con un aliento que dormía al hablar a sus multitudes, en su mayoría analfabetas, que creían ciegamente en él.
Todo íba bien para el viejo y experimentado Príncipe Fénix. Pero en su andar tan felíz y sintiendo que el reino de Guerrerolandia ya era suyo, le salió en su andar una valerosa doncella que demostró al pueblo los ocultos sentimientos de un «valeroso» e «indomable» Príncipe Toro que había abusado de su confianza y su dignidad como mujer, en la cual descargó lo más sucio de su mente y sus instintos, mostrándose como un animal en celo, cuando ve a una hembra joven.
La joven y su protector se cansaron de gritar al pueblo que ese era un hombre malo y deshonesto. Pero el pueblo no creía. Y el Mago Gris también prefirió no creer porque sino también su magia caería y le dio la razón al Príncipe violador.
Ese era el pueblo que el Príncipe Fénix quería y añoraba siempre, porque él sabía que ese pueblo nunca cambiaría y si así cometiera los peores errores de su vida, como cohechar, ser cómplice de los malos, violar mujeres, embrutecerse con drogas y alcohol, pero sobre todo ser un violador, jamás nadie le diría nada, ni el Mago Gris; porque según él era quien había designado por los dioses Quetzalcoalt y Huitzilopochtli, así estaba escrito en la historia.
Días después, volvió a surgir otra doncella más joven que aseguraba también haber sido violada por el Príncipe Fénix, muchos años antes que la primera. Pero nadie le creyó. Decían todos que eran mentiras, que estaban siendo utilizadas por los príiscilianos y los waltonianos, etc. Pero nadie les creyó a estas «tontas» y malagradecidas féminas que tuvieron la «honra» de pasar unos minutos con el adorado Príncipe sesentón.
Continuará……..