- La muerte no es el final sino el principio de un Segundo Anahuac
Por Gerardo L. Ceniceros*
A la gloria del Gran Espíritu del Universo
Este 28 de febrero se conmemoran los 500 años de la muerte sin justicia de quien fue el Rey y Señor CuauhTemoc, último gran dirigente de los azteca mexicas y su Ciudad-Estado, la gran capital del viejo Anáhuac o Wei Tenochtitlan. La conmemoración ha cobrado interés nacional y ha puesto el nombre de Ixcateopan, lugar de su entierro y nacimiento según la tradición oral, en lo alto del interés nacional y el gobierno actual al ser convocado un funeral de Estado para el insigne Joven Abuelo de los mexicanos.
Se da por hecho que la fecha de su ejecución en 1525 fue un dia 28 que coincidió en ese tiempo con un martes de carnaval en la llamadas fiestas patronales que los soldados de la fuerza invasora castellana solían tener como referencia de su acontecer diario y al efecto de la actual conmemoración lo que cuenta de tal fecha es la asignación que el actual calendario asigna a la cuenta corriente de los días y de los años.
El actual calendario llamado desde su implantación como gregoriano empezó desde 1582 por el entonces pontífice del Vaticano Gregorio 13 y para precisar la cuenta astronómica del tiempo en relación al viejo calendario de Julio Cesar entonces se modificó a partir de eliminar 10 días de la secuencia tradicional de tal modo que al jueves (juliano) del 4 de octubre le sucedió el viernes (gregoriano) 15 de octubre de 1582.
Así, diez días desaparecieron debido a que ya se habían contado de más en el calendario juliocesariano por un error acumulado por más de mil años desde el 46 a.n.e.
En relación a la histórica conmemoración de los 500 años del 11avo y último Rey Tlatoani del México antiguo las verdaderas fechas conmemorativas de su natalicio y muerte corresponden astronómica y calendaricamente a los días 5 y 10 de marzo en orden respectivo para que el cumplimento de la cuenta solar de los días sea en la historia actual precisa y correcta. De igual forma el año nuevo de los antiguos mexicanos que correspondía al 1 de marzo en la antigua cuenta juliana se recorre al 11 o al 12 de marzo del actual calendario vigente considerando también que cada 4 años es considerado bisiesto en el último día de febrero.
En lo que respecta a la importancia que en los 500 años de su ejecución en el sureste de México la conmemoración en sí misma y el funeral de Estado denotan que la memoria del joven tlatoani y sumo sacerdote supera su muerte y esta en si misma no es el final de la historia: los festejos anticipados a las verdaderas fechas que deben corresponderse son organizadas y realizadas con las más sentidas y sublimes ceremonias por los grupos y asociaciones (calpullis) de la mexicanidad actual interétnica e intercultural.
Los rituales que forman parte de las profecías y que en las tradiciones orales y mensajes de los sabios, videntes y chamanes (xaman o jmen en maya) anuncian el posible advenimiento de un Segundo Anáhuac que por sí mismo empieza también en lo simbólico por la reivindicación de la cultura y tradiciones de todos los pueblos y regiones autóctonas y su incorporación a la vida moderna pero que en la parte geográfica no implica la edificación a futuro de una nueva Tenochtitlan en la actual capital de México sino al norte de México en las tierras originarias del Aztlán de los aztecas.
Las profecías relativas al regreso de QuetzalCoatl o del mismo Joven Abuelo son algo más que leyendas y pasan de ser parte de los antiguos cálculos y cuentas matemáticas de los mayas y los mexicas para convertirse en acontecimientos futuros regidos por las leyes de la descendencia genética, de la astrología científica y de la reencarnación espiritual ciencias conocidas y estudiadas por los antiguos sabios y viejos abuelos.
Es aquí donde la muerte sin razón ni justicia de los antiguos adalides del Anáhuac no es el final sino en comienzo de una nueva era cultural y científica no sólo para México sino también para toda América en razón del resurgimiento visible del más importante movimiento cultural autoctonista que enarbola, más allá de sentimientos nacionales, antiguos conocimientos universales y principios de paz convivencia y armonía con las leyes de la naturaleza y el cosmos y que se sintetizan en el concepto Ometeotl: Yo soy uno con el Todo y dualidad infinita del orden supremo, un continente y una cultura como diría el maestro e investigador Domingo Martinez Paredes.
En este contexto el documento En la Ruta Final (Profecía que nos aguarda) publicado el 11 de diciembre de 1984 que da inicio a la primer convocatoria de la Confederación de la Mexicanidad Solar para la unificación de toda la actividad mexicanista resalta, a partir de una poesía alegórica del ideario autóctono americano, el nombre del último guia espiritual político y militar del viejo Anáhuac y proclama una victoria cultural anticipada para los nuevos tiempos bajo el lema de Por un México libre grande fuerte y del Sol.
(*) El autor es investigador de la UAdeM, de Conecis Ac y coordinador del Instituto de la Ciencia y Cultura de Anáhuac.