- Mercados, la vergüenza de Acapulco
Por Francisco Javier Flores V.
Si a alguien le preguntaran si recuerda las veces que se ha incendiado el Mercado Central de Acapulco en los últimos años, lo más seguro es que conteste que ya hasta perdió la cuenta.
Como fiel reflejo de la evidente anarquía en que impera en ese centro de abasto ubicado en el corazón de la ciudad, las conflagraciones se han vuelto algo común, como repetitiva es la actuación de la autoridad en la simulación de que se va a poner orden en ese lugar.
Más allá del verdadero foco de infección y un problema de salud pública que representa ese mercado en algunas de sus áreas, como la insoportable pestilencia que se respira a diario a causa de las aguas negras sobre la lateral de Diego Hurtado de Mendoza, cerca de la nave de carnes, pescados y mariscos, adentrarse en esa zona es todo un reto.
Sin ir muy lejos, en mercados como los de Chilpancingo y Zumpango, con todo y que se dice que el de la capital es controlado por la delincuencia, en esos lugares el orden y la limpieza saltan a la vista.
Los espacios de exhibición y pasillos limpios, la mercancía ordenada, sin fugas de agua o drenaje corriendo a flor de piso, invitan a recorrerlos para disfrutar de la gran variedad de mercancía y productos de la región que ahí se ofrecen.
Nada que ver con el mercado central de Acapulco, la misma Central de Abasto Caudillo del Sur Emiliano Zapata y cualquier otro mercadito de zona, algunos de los cuales, si no es que la gran mayoría, se encuentran abandonados y los vendedores hacen vida comercial en calles y banquetas de los alrededores.
Así que los incendios, sea cual sea el origen de cada uno de ellos, son el resultado de esa negligencia gubernamental, de las autoridades que están obligadas a poner orden y no lo hacen, aplicando por norma la política del avestruz.
Por cierto, ¿alguien conoce al director de Mercados de Acapulco?