Chicotazos

  • Deslealtades y traiciones

Por Francisco Javier Flores V.

Se dice que la traición es un acto de deslealtad en el que una persona viola la confianza de otra al llevar a cabo acciones engañosas, perjudiciales y deshonestas.

Puede manifestarse en relaciones personales, laborales o políticas e implica la ruptura de un compromiso o acuerdo previo, causando daño emocional, social o incluso físico.

La traición socava la confianza y la integridad, generando sentimientos de dolor, decepción y resentimiento.

En Guerrero, ser desleal y traicionero lejos de considerarse una acción deleznable pareciera que se toma como una virtud.

Personajes a quienes al inicio de la presente administración estatal se les dio la oportunidad de desempeñar un cargo público, de buenas a primeras mostraron el cobre o su falta de capacidad para cumplir las funciones encomendadas, faltaron a la confianza en ellos depositada y terminaron por dejar esos espacios, ya sea que les hayan dado las gracias o porque decidieron renunciar.

Están también aquellos que en el pasado proceso electoral les ganó la ambición por competir y desdeñaron la confianza que se les brindó dentro del partido Morena y el equipo político al que pertenecían, y fueron en busca de una aventura electoral que les machacó en el rostro su triste realidad.

¿Nombres? Sólo por poner algunos ejemplos, en el tema político partidista Yoshio Avila, Carlos Granda, Allam Alba, Rosa María Aguilar, entre otros.

En el Gobierno, los casos de Galdino Nava, Oscar Chávez, Santos Ramírez, entre otros, son personajes que no estuvieron a la altura de las expectativas y hoy se encuentran fuera del Gobierno estatal.

Sin embargo, el caso más patético es sin duda el de quien fue invitada a participar en el Gobierno como Subsecretaria de Promoción Turística, la señora Guadalupe Soberanis Stephen, quien desde su llegada a ese cargo agarró pleito casado con el secretario de Turismo y en los hechos su jefe inmediato, Santos Ramírez Cuevas, con quien mantuvo pleito casado durante tres largos años.

Soberbia, prepotente, altanera, grosera con el personal y con la propia ciudadanía, muy dada a llegar sin saludar a los lugares donde se presentaba, así es como recuerdan a doña Lupita Soberanis en la Secretaría de Turismo, actitud que le valió que su permanencia fuera insostenible y finalmente ambos, es decir ella y Santos Ramírez, fueron dados de baja.

El problema es que, curiosamente, mientras estuvo gozando de los privilegios del poder (y de la nómina), todo era miel sobre hojuelas con sus jefes políticos; fotos y fotos y las famosas selfies no podían faltar en cada evento público, todo lo cual de la noche a la mañana, al verse fuera del erario, se transformó en resentimiento, frustración y amargura.

Más allá de que en sus redes sociales da rienda suelta a su imaginación y pinta un escenario que extrañamente mientras estuvo cobrando calló, sin ningún rubor Lupita, junto con otros personajes como Galdino Nava, Oscar Chávez y otros, alardean su deslealtad y traición yéndose al equipo político contrario al que pertenecieron y gracias al cual gozaron de un cargo público.

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