Chicotazos

  • La ley sí es la ley

Por Francisco Javier Flores V.

La revocación de las candidaturas a la presidencia municipal de Acapulco del partido Movimiento Ciudadano y de la coalición Fuerza y Corazón por México integrada por los partidos PRI, PAN y PRD es un tema estrictamente jurídico que no tiene vuelta de hoja.

Yoshio Ávila y Carlos Granda no son ya candidatos a alcaldes porque violaron la ley, cometieron una falta y los magistrados de la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en la Ciudad de México simple y sencillamente aplicaron, como se dice en el argot de los leguleyos, «lo que en Derecho procedió».

En efecto, fue el equipo jurídico de la candidata de Morena, Abelina López Rodríguez el que promovió la impugnación de ambos personajes, porque antes de aceptar las candidaturas de otros partidos debieron deslindarse o concluir el proceso interno que iniciaron en el partido Morena en el que fueron precandidatos y no ganaron la postulación porque perdieron ante la también alcaldesa con licencia.

Pero no. Actuando más con el hígado que con el cerebro, de buenas a primeras aparecieron ostentando sendas candidaturas del partido y la coalición ya mencionados, y en donde por cierto lo hicieron desplazando de forma gandalla a otros aspirantes que con todas las de la ley ya se habían registrado como precandidatos a la alcaldía, pero esa es otra historia.

Aquí la duda que prevalece es si Yoshio y Granda realmente no sabían que estaban violando la ley; si sus equipos jurídicos no se los advirtieron, si los partidos que los postularon sí lo sabían pero no se los dijeron, con la mezquina intención de jalar la mayor cantidad de votos para las regidurías y diputaciones plurinominales que les alcancen, o de plano fueron valores entendidos entre todos, llevársela de a muertito esperando que Morena no impugnara. Si fue esto último, craso error.

Lo curioso -y pudiera decirse que hasta chistoso- del caso es la narrativa que pretenden imponer con la letanía que repiten una y otra vez, sobre todo «el doctor» Yoshio, en el sentido de que fue Abelina la que, al sentirse derrotada, inventó la impugnación para sacarlo de la jugada, algo completamente ridículo, pretendiendo con ello seguir engañando e ilusionando a sus seguidores como siempre lo ha hecho.

La ley es dura, pero es la ley, dice una máxima jurídica. Y guardadas todas las proporciones, así como en su momento se la aplicaron a Félix Salgado Macedonio, cuando una simple falla en la rendición de cuentas de sus gastos de precampaña le impidió ser candidato a gobernador, estos jóvenes deben acatar el fallo del tribunal electoral, retirarse de la contienda y los partidos que los postularon nombrar a la voz de ya a sus reemplazos, como también lo ordenó el Tribunal.

En el fondo, está situación sin duda deja un precedente, incluso genera jurisprudencia para procesos venideros, de que no se puede brincar de un partido a otro simplemente porque en el que estaban no les cumplieron el caprichito de ser candidatos.

Entonces, que quede claro, no fue Abelina. Fue la ley y punto.

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