- Camila
Por José Antonio Rivera Rosales
Sin duda el linchamiento ocurrido en Taxco fue un acto demencial, pero es una muestra inequívoca de la furia, la indignación, el dolor y el hartazgo que invadió a la poblacion ante el infame asesinato de la pequeña Camila Gómez.
En realidad, los taxqueños sólo hicieron patente lo que siente una gran parte de la población guerrerense, sobre todo en municipios abandonados por la procuración e impartición de la justicia.
Estamos ante un compromiso incumplido de la Fiscalía General del Estado y el Tribunal Superior de Justicia: se trata de una cadena de agravios que, en lugar de ser solucionados, se han incrementado como una historia sin fin, dando lugar a un índice de impunidad de más de 94 por ciento en el estado de Guerrero.
Ese sentimiento generalizado de miedo, indefensión e impotencia permea a gran parte de la comunidad guerrerense -si no es que a la totalidad de la población- ante el acoso del crimen organizado así como la delincuencia común que, por vía de la extorsión, se han apoderado de gran parte de la economía popular. Y eso es lo peligroso.
¿Cuánto tiempo podría transcurrir antes de que el episodio se repita, sin que ninguna autoridad pueda evitarlo?
El episodio de Taxco en realidad es una radiografía del estado anímico de la población civil en regiones como la Zona Norte, la Tierra Caliente, la región Centro, la Costa Grande y la Costa Chica, todas tan cerca de la delincuencia y tan lejos de la justicia.
Muchas personas, con razón, censuraron el linchamiento de la presunta asesina de la pequeña. Pues sí, pero la tipa se lo ganó a pulso. Es este tipo de episodios que nos hacen pensar en la validez de la pena de muerte para sancionar crímenes atroces, sobre todo contra personas en condiciones de indefensión, como los niños y las niñas.
¿Qué fue lo que pasó ese día funesto en Taxco?
Pasó que su alcalde Mario Figueroa, el primer responsable de le seguridad, abandonó su responsabilidad de garantizar la paz social en esa comunidad. El municipe escurrió el bulto diciendo que su policía municipal sólo cuenta con 32 uniformados.
Pues sí, es verdad. Pero este sujeto tuvo casi tres años para fortalecer el estado de fuerza de esa corporación que, durante el linchamiento -episodio que duró más de dos horas- mantuvo una actitud permisiva con la poblacion que agredió a la probable responsable del asesinato de la niña. El personal militar que llegó a lugar de los hechos fue el que contuvo a medias las agresiones.
El colmo es que el alcalde lanzó una ofensiva mediática para decir que durante todo el episodio estuvo llamando al gobierno del estado, pero que nunca le tomaron la llamada. El problema es que en ese momento la responsabilid era de él, de nadie más.
La secretaría de Seguridad pública del estado desplazó personal a Taxco, pero los uniformados llegaron cuando el linchamiento estaba consumado. No conforme con su actitud infame, este sujeto comenzó a lucrar políticamente con la muerte de la pequeña, utilizando el infanticidio como un mecanismo para acceder a los medios electrónicos nacionales.
Este es el mismo sujeto que desde que asumió el cargo se vio envuelto en señalamientos de vínculos con el crimen organizado.
Para fines de noviembre, tres periodistas fueron secuestrados en la misma ciudad platera y posteriormente liberados. En el colmo de la sinrazón, el munícipe salió a decir que eran los periodistas los respoonsables del clima de criminalidad que por esos días había en Taxco.
Entre diciembre y enero la ciudad se vio semiparalizada por la violencia criminal que causó la muerte de un trabajador del volante y secuestró a una docena de empleados del ayuntamiento, situación que fue minimizada por el alcalde Figueroa.
El caso es que los trabajadores del transporte decidieron parar labores debido a que uno de los suyos fue asesinado. Después siguió el secuestro de los trabajadores municipales, cuatro de los cuales fueron liberados en los días subsiguientes. De los demás ya no se supo nada y, claro, el alcalde tampoco informó nada.
Asi las cosas, noviembre, diciembre y enero fueron meses oscursos para los taxqueños, que vieron con temor creciente como la delincuencia organizada, tanto como la delincuencia comúm, se apoderaban de su comunidad.
Después ocurrió lo de Camila.
Ese trágico e infame asesinato motivó a los taxqueños a reaccionar con la furia con la que lo hicieron. La Fiscalía General del Estado aportó su grano de arena a la tragedia desde el momento en que su personal en Taxco se negó a levantar el acta por la desaparición de la niña, lo que obligó a su madre a trasladarse a Iguala para poder hacerlo.
Después esa misma fiscalía anunció que actuaría contra quienes participaron en el linchamiento. ¿De veras? ¿Van a actuar contra Fuente Ovejuna?
Según reportes de prensa, en los ultimos años se han producido 194 linchamientos. Sin embargo, una investigación de la Universidad Metropolitana eleva la cifra a un mil 600, fenomeno que no se limita a las zonas rurales.
El hecho de que este fenómeno esté proliferando en todo el país dibuja precisamemnte el estado de ánimo de la población, lo cual es alentado por la ausencia de procuración e administración de la justicia -entiéndase Fiscalía General del Estado y Tribunal Superior de Justicia, en el caso de Guerrero-.
La deuda social de los agravios se convierte, así, en un factor que coadyuva con la descomposición social.
Por cuanto toca a los políticos, ya vimos el actuar cobarde y abyecto del alcalde de Taxco, que actualmente se candidatea para repetir en el cargo, registrado como tal por Moviento Ciudadano, el llamado partido naranja, cuyo dirigente estatal Julián López Galeana -etiquetado como traidor por propios y extraños- no tuvo reparo en registrar a tan infame sujeto como su candidato para alcalde de la ciudad de Taxco de Alarcón.
Toca a los taxqueños a acudir a votar este próximo 2 de junio ¿Elegirán de nuevo a semejante sujeto?