(Carta a Don Héctor)
- Las denuncias de morenistas contra Amílcar…
De Julio Ayala Carlos
AL IGUAL QUE EN EL PRI, EN EL PRD Y EN EL PAN, EN MORENA también hay gente de bien, honesta y con ética. Y así como en el blanquiazul hay militantes que repudian la corrupción y la impunidad, lo mismo que en el sol azteca y en el tricolor, en el partido guinda también la hay. Es decir, tanto en un partido como en otro, hay quienes tienen pudor y se avergüenzan, y en consecuencia, denuncian los actos corrupción, la perversidad, y la deshonestidad en el instituto político que militan.
Así se entienden las denuncias del hoy diputado federal Rubén Cayetano, en contra de militantes de su propio partido, y más concretamente contra del delegado federal en Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, por diversos actos de corrupción, y por usar los programas sociales para promocionarse políticamente. Y en el mismo sentido, por eso también ha denunciado a la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira, de los mismos apellidos, y porque además se ha negado durante cinco meses a investigar a su hermano, razón por la cual ahora exige su destitución del cargo.
Otro que ha denunciado públicamente a Pablo Amílcar, también por los mismos motivos es el exrepresentante de Morena en el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, Sergio Montes Carrillo, quien una y otra vez lo ha señalado de diversos actos de corrupción. Hace unos días, el ciudadano Eloy Romero Gatica también interpuso una denuncia contra el mismo funcionario, por actos de corrupción y mal uso de los programas sociales.
Es decir, al menos son tres los denunciantes contra de Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, por actos de corrupción y por el uso político que le da a los programas sociales federales, con el fin de convertirse en candidato a gobernador de su partido, utilizando para ello a los llamados servidores de la nación, que no son más que activistas de Morena para promocionarlo en el estado entre los adultos mayores, discapacitados y estudiantes.
Hay que decirlo. Si las denuncias contra Pablo Amílcar vinieran de militantes de partidos de oposición, es decir, del PRI, PRD y PAN, con todo y que tuvieran sustento, se entendería que los señalamientos de actos de corrupción tienen un tinte político, y más cuando el proceso electoral local está en puerta, pero el hecho de que las acusaciones y denuncias provengan de su propio partido, es decir, el del Presidente de la República, quien dice que su gobierno se sustenta en no mentir, no robar y no traicionar, entonces significa que además de que hay pruebas, la situación sobrepasa los límites de la decencia.
Claro. También hay la posibilidad de que las denuncias contra Sandoval Ballesteros tengan que ver porque se está comiendo el pastel sólo, en razón de que se dice el hijo putativo del Presidente Andrés Manuel López Obrador, además de que su hermana es la secretaria de la Función Pública, y su cuñado, un gringo loco, es uno de los asesores del Ejecutivo federal, aunque las evidencias señalan que los señalamientos tienen que ver con la decencia, y porque el delegado federal en el estado resultó “más corrupto y bandido que los panistas y los priístas”, y porque con su actuación traiciona los principios rectores de la llamada Cuarta Transformación.
Ciertamente, hay que decirlo, no es que el gobierno federal actúe con la honestidad valiente que tanto pregona, pues ahí está como ejemplo los señalamientos de corrupción de uno de los consentidos de la 4T, Manuel Bartlet, y otros tantos más señalados de enriquecimiento ilícito, a quienes el propio Presidente de la República ha exonerado, mientras que en Guerrero, en el propio Congreso del estado, los diputados de Morena, que manejan a su antojo el presupuesto del Poder Legislativo, tampoco clarifican el uso de recursos públicos.
Sin embargo, es la primera vez que un funcionario federal, como lo es el actual delegado Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, tiene diversas denuncias de actos de corrupción y de manejo de los programas sociales para su provecho personal con el fin de convertirse en candidato de su partido a la gubernatura del estado.
“Pablo Amílcar salió más corrupto que los priístas y panistas”, “da asco la forma en que se conduce”, “es una vergüenza para su padre y abuelo”, “es un bandido”, y “es un sinvergüenza”, son algunos de los señalamientos públicos que le endilgan, además de aquellos que lo señalan de enriquecimiento inexplicable dado que los trabajos que ha tenido no concuerdan con las propiedades que tiene, y que para justificarlas le echa la culpa a su padre, de quien dice, las heredó.
Por eso, y porque desde la Secretaría de la Función Pública, que encabeza su hermana, no lo investiga, en razón de existir conflicto de intereses, el diputado Rubén Cayetano, a quien pretenden callarlo, exige ahora que renuncie al cargo Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, quién si bien se cree la dama de hierro contra la corrupción, resulta risible que ella misma se halla exonerado de las acusaciones que también se han vertido en su contra.
Y es que la decencia, la honestidad y la honorabilidad, hay que decirlo, es de compromiso, de conciencia y resultados, y no de solo discurso.
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