• Los libros de texto gratuito
• ¿Los hojeó el presidente?
EL PRESIDENTE LÓPEZ OBRADOR, estoy seguro, ni siquiera ha ojeado los nuevos libros de texto gratuito que distribuye y defiende su gobierno. De conocerlos, es decir, su contenido, estaría en contra de ellos, por los errores, horrores, deficiencias y excesos que contienen. Obvio, en el entendido que le interesara lo más valioso que tiene el país, es decir, la educación y el futuro de nuestros niños.
Pero todo indica que no conoce los nuevos libros de texto gratuito, porque de saber su contenido, no los defendería con tanto ahínco…
En consecuencia, lo que sabe de ellos es lo que le han dicho los de la Secretaría de Educación Pública, quienes a su vez saben lo que les dijeron los que estuvieron al frente de su edición, los que por su parte tampoco los revisaron, dado los errores que contienen.
Sin embargo, el presidente los defiende con todo, repetimos, no porque lo conozca, sino porque está convencido de que todo lo que se hace en su gobierno “está bien hecho”.
Sin embargo, los errores que contienen, además de las deficiencias y excesos, demuestra que no, que no están bien hechos, con todo y que digan que fueron elaborados por expertos, pues por ejemplo, resulta imperdonable que la fecha de nacimiento del Presidente Juárez, el héroe del actual presidente, esté equivocado.
Errores tan elementales como el referido, entre muchos otros, que a simple vista son detectables y no requieren la revisión de especialistas o científicos, como gusta llamarlos el presidente, ponen en entredicho la calidad de los contenidos, pero también que los libros de texto no fueron revisados. El argumento de que los elaborados por otros gobiernos también los tenían, es de lo más estúpido, al igual que su justificación que hacen de ello.
Y aquí no estamos hablando del incumplimiento en el procedimiento para la elaboración de los nuevos libros de texto gratuito, que tiene que ver con la participación de especialistas en la materia, maestros, padres de familia y sociedad en general a través de foros previa convocatoria, así como la elaboración del plan nacional de educación.
Tampoco del toque ideológico que cada gobierno federal le imprime a los libros de texto, en razón de que cada uno de ellos lo han hecho, o como es el caso, lo hacen de manera concreta. Es que, tanto como uno como otro, buscan trascender en el tiempo de manera ideológica.
De lo que se trata, y este es el asunto, es de las deficiencias que contienen los libros de texto en áreas como Español y Matemáticas, ésta última reducida a su mínima expresión, de tal forma que se deja a los niños prácticamente en la indefensión, mientras se hace énfasis en temas que para la edad de los estudiantes, que van desde los seis a los 12 años, están más allá de su comprensión.
Es el tema del sexo, por ejemplo. Un niño, de primero o segundo grado escolar, difícilmente puede entender, y discernir, temas de este tipo, por más explícito que pueda hacerlo el maestro. ¿Cómo, por ejemplo, se le puede pedir a un estudiante de quinto o sexto grado experimentar roles sexuales?
Hay que decirlo. Quizá eso ocurra y sea válido en otros países, incluso hasta la pederastia, pero no en México que tiene costumbres y una cultura muy peculiar, de tal forma que quienes pretenden implantar modelos extranjeros en el país, sin tomar en cuenta la cultura y tradiciones, no son más que propaganda. La ideología de género, que pretende implantarse en el país, así como el llamado lenguaje inclusivo que no es más que una deformación del mismo, son otro ejemplo.
En fin que, como coinciden psicólogos, sociólogos y pedagogos, los niños, como futuro del país, y la educación como vía para acceder al progreso, no deben ser motivo de experimentos, de propaganda, política, excesos o retrocesos, y en este sentido, el presidente de la República debe ser el primero en cuidar de ello.
Pero ocurre que no. Que el presidente de la República ni siquiera tiene idea de lo que contienen los nuevos libros de texto gratuito que este lunes, al iniciar el nuevo ciclo escolar, se entregarán a los niños que habrán de cursar alguno de los seis grados de Primaria, salvo en al menos cuatro estados del país cuyos gobiernos se han inconformado por los contenidos, como parte de la confrontación que tienen.
Y es que, al final de cuentas, quien pierde son los niños, el futuro del país, quienes a través de la educación se les utiliza para fines perversos.
Ojalá y el presidente fuera, o tuviera una visión de estadista. Ojalá y leyera los nuevos libros de texto gratuito. Si así fuera, entonces sí pasaría a la historia, como ansía…
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