• Ser Madre. El premio y el juicio por ello
Por: Guadalupe Rodríguez
10 de mayo de 2023.
“La reina del hogar, La rosa más bella, el primer amor, el amor más puro e incondicional”. Frases cómo estás son parte de tarjetas conmemorativas, canciones y otros tipos de manifestación que buscan felicitar la maternidad. Las flores, regalos y serenatas reactivan la economía cada 10 de Mayo con motivo del día de las madres.
En México desde 1922 se festeja a las progenitoras. De acuerdo a notas periodísticas fue gracias a la convocatoria del periódico el Excélsior de elegir una fecha para rendir homenaje a las madres mexicanas. Otras fuentes indican que se eligió Mayo por ser el mes de la Virgen y el día diez porque en esa época se pagaba por decenas. Otros más sitúan el primer día de la madre mexicano en Oaxaca en 1913, cuando la esposa de un presbítero metodista encontró una revista donde se comentaba el festejo y decidió retomar la idea.
El día de la madre fue arraigado en el imaginario colectivo de los mexicanos como un festejo donde era común regalar cosas del hogar inicialmente, apoyados con ideas marchistas que solo romántizaban la idea que el lugar de la mujer y en especial de la madre era su casa, era lo natural sin lugar a dudas.
Hoy día el movimiento feminista ha difundido conceptos más progresistas respecto a la maternidad alejándola de la vieja idea de abnegación y conminando a vivir una maternidad en libertad con derechos y libres de ser juzgadas. El patriarcado, dicen, secuestra la maternidad y se apropia de la experiencia materna. Ya que desdibuja a la mujer una vez que es madre. La madre según el mandato patriarcal debe ser abnegada, sacrificada y sin vida propia.
Sin embargo, para la mujer de estos tiempos la maternidad es sólo una faceta de las distintas que puede tener. También puede ser esposa o no, puede ser profesionista o no, puede ser política o no, tanto como puede ser madre o no. Las que deciden serlo, enfrentan casi siempre dos posibles caminos; parir natural o por cesárea; criar a sus hijos en pareja o solas; vivir en casa de sus padres o fuera de ella; amamantar o dar formula; entregarse como amas de casa o trabajar para dar a sus hijos una vida mejor; educarlos en escuela pública o privada; y así un largo etcétera.
Hoy por hoy, términos como equidad, igualdad de género, justicia social son muy difundidos y publicitados como políticas de gobierno a favor de las mujeres, pero en la maternidad no aplica con tanta congruencia, pues nunca se exige al padre tanto como a la madre. Consciente o inconscientemente seguimos alentando el estereotipo de la madre como esa mujer inmaculada que debe tener una imagen impoluta, dulce y llena de amor. No serlo implica estigmatización y condena social.
Como sociedad poco recordamos que todas las mujeres antes de ser madres, son seres humanos, y muchas ni siquiera lograron ser seres plenos antes de concebir. La maternidad no es ese polvo mágico que inmuniza contra equivocaciones y tropiezos en la larga tarea de la crianza. Hay que entenderlo para remediarlo.
La responsabilidad de hacer de los hijos hombres y mujeres de bien jamás ha sido tarea de nadie más que de la madre. ¡Que carga moral tan enorme!. El reto de ser dadora de vida implica no solo pelear contra un sistema político sino contra una ideología machista introyectada por generaciones.
Urge educar a las niñas para el momento de la maternidad, si es que deciden serlo, y también apoyarlas si deciden no serlo. Y que los niños entiendan lo que es una paternidad responsable y el respeto a las mujeres. Aunque eso implique reconocer que “una madre también falla”. Se falla a veces al elegir al padre, se falla a veces al elegir el momento de ser madres, se falla al no corregir a tiempo los errores de los hijos. Pero nadie, absolutamente nadie puede juzgarlas por eso más de lo que cada una es juzgada a sí misma.