• Los fondos y fideicomisos sí sirven…
EL RECIENTE SISMO DEL PASADO 23 DE JUNIO, de nada menos que de 7.5 grados, que causó la muerte de al menos 5 personas y destrozos aun no calculados en Oaxaca, donde fue el epicentro, pone de manifiesto el por qué existen los fondos y los fideicomisos que, por desgracia, el gobierno federal pretende desaparecer porque a su juicio son motivo de corrupción.
Así es. Ante la falta de recursos del gobierno federal, presuntamente para atender la pandemia del coronavirus, el Presidente de la República ha ordenado la extinción de éstos, con el argumento de que no tienen razón de ser, que son objeto de corrupción y que son muy caros, además de que respondían a los gobiernos anteriores, lo que desató una ola de protestas de actores políticos y organizaciones sociales.
Sin embargo, el sismo del pasado martes demostró la razón de lo que son, y para qué son los fideicomisos y los fondos creados por anteriores gobiernos, entre ellos el Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden), es decir, para hacer uso de esos recursos ante necesidades no contempladas o situaciones de emergencia, como pueden ser los desastres por lluvias o por temblores como el de Oaxaca.
Por supuesto que hay muchos fideicomisos y fondos creados para diversas acciones y situaciones, de tal forma que en vez de desaparecerlos como es la intención del Presidente López Obrador, lo más idóneo, cuerdo y responsable es revisar su operación y el manejo de los recursos públicos que tienen asignados a fin de evitar toda sospecha de corrupción, en vez de liquidarlos sin más fundamento que la presunción.
Hay que decirlo. Hoy como en los años recientes, el Fonden no solamente tiene su razón, sino que sus recursos son necesarios para atender a los damnificados de Oaxaca y reconstruir sus viviendas, como ha ocurrido en ese mismo estado en otros momentos, al igual que en Guerrero, como cuando los destrozos de la tormenta tropical Manuel y el huracán Ingrid, en 2013, y el sismo que afectó a los guerrerenses y a Morelos en el 2017.
Sí. Sólo quien no conoce la historia, y el sentir de los damnificados, puede estar en contra de fideicomisos y fondos como el Fonden, que atiende precisamente a familias en desgracia por diversas circunstancias. Y sólo un gobierno que es previsor, los constituye y les asigna recursos para lo que pueda ocurrir.
Bien dice el dicho: prevenir vale por dos, y precisamente por esa previsión es que el gobierno del presidente López Obrador tuvo recursos en el 2019 y en el actual 2020 para canalizarlos a diversas acciones, entre ellas, al sistema nacional de salud. En este sentido, de no ser por esos recursos, generados en los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, de más de 350 mil millones de pesos, la situación de la administración federal sería más caótica de lo que está.
Un gobierno responsable, hay que puntualizarlo, no sólo se dedica a gastarse el dinero que obtuvo ayer vía el cobro de impuestos, y a gastarse el viernes lo que cobró el jueves, sino a manejarlo con responsabilidad, eficiencia y resultados, pero también a guardar una parte, aunque mínima, para emergencias y en consecuencia salir adelante.
Quien no lo entiende, reitero, es que no solo es irresponsable y actúa al “ahí se va”, o al día a día, sino que no tiene sentido del compromiso y de la previsión, y sí del valemadrismo, al fin que siempre habrá a quién echarle la culpa.
Puntualizo. Más que desaparecer los fideicomisos y fondos, bajo el argumento de que son sinónimo de corrupción, deberían revisarlos, auditarlos y medir sus resultados. Eso es lo que haría un gobernante responsable, cuerdo, y comprometido con los gobernados. La sola acusación sin fundamento, aunque sea del propio Presidente de la República no debería ser suficiente para ello. En este sentido, no tenían por qué desaparecer, en su momento, los comedores comunitarios que tanta falta hacen en estos momentos de pandemia y crisis, como tampoco las estancias infantiles que beneficiaban a miles de niños y apoyaban a sus madres trabajadores.
En fin, qué bueno que hasta ahora no ha desaparecido el Fondo Nacional de Desastres Naturales, pues de lo contrario, difícilmente se tendrían los recursos necesarios para apoyar a los damnificados de Oaxaca, y para la reconstrucción de viviendas. Ojalá y el Presidente entienda, y se dé cuenta, que los fondos y los fideicomisos, tienen su razón de ser.
Y en todo caso, si en éstos hay actos de corrupción, que se comprueben, y más aún, que la justicia se aplique a los responsables, pues el señalamiento del Presidente, o de cualquier gobernante no es suficiente para cometer barbaridades.
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