- BADILLO, Ruta 21 II (Acapulco después del Coronavirus)
Por Francisco Javier Flores V.
Además de los estragos que está ocasionando la emergencia sanitaria por la pandemia del Covid-19 (Coronavirus), con la incertidumbre de no saber cuántas vidas más se van a perder o el total de personas contagiadas que se van a alcanzar, Acapulco está sufriendo una fuerte afectación en su vida económica que pinta un futuro nada halagador para los próximos años.
Sin afán de ser catastrofista, quienes conocen de estos temas, porque tienen el pulso de lo que realmente está pasando, saben que cientos, quizá miles de negocios en el puerto no tendrán capacidad para volver a abrir, lo que se traduce en una pérdida alarmente de fuentes de empleo y una gran cantidad de familias sufriendo por este hecho.
Y aquí no se trata de echar culpas, pues nadie, ni siquiera los gobiernos de países más desarrollados, se esperaba que los efectos de la pandemia fueran tan demoledores, que comenzaron a sentirse apenas iniciando el confinamiento decretado por las autoridades, fue creciendo con el paso de las semanas y aún a estas fechas no hay siquiera un esboso de recuento de daños.
Con este escenario tan crítico, hasta podríamos pensar que quienes actualmente nos gobiernan ya no sienten lo duro sino lo tupido, y lo que más podrían estar deseando es que termine su periodo para pasarle la estafeta a quienes vayan a relevarlos, aprovechando la coyuntura del proceso electoral del 2021, que está ya a la vuelta de la esquina.
Así, salta a la vista que el nuevo gobierno de Acapulco deberá ser encabezado por alguien que sepa de administración y desarrollo económico; que tenga la preparación académica y conocimientos necesarios para ejercer una certera planeación que permita rescatar al Ayuntamiento, hacerlo productivo y competitivo, con un enfoque hacia el restablecimiento de la economía y la generación de empleos, un tema que será prioritario en la llamada Nueva Normalidad.
Así, con un doctorado en Administración Pública y Ciencia Política, egresado del Tec de Monterrey, una de las universidades más prestigiadas del mundo, la mejor de Latinoamérica, con una trayectoria empresarial impecable, con probada tenacidad que le ha permitido sostener a sus empresas sin despido de empleados en esta pandemia, Joaquín Badillo Escamilla es actualmente el mejor perfil de lo que Acapulco necesita.
Si a estas prendas se le agregan el carisma, arraigo como orgulloso acapulqueño, deportista ejemplar, con una estabilidad familiar sin mancha, además de experto en temas de seguridad (su mero mole), el ex presidente de Coparmex y ahora encabezando el Consejo Coordinador Empresarial en Guerrero no tiene competidor visible.
No por nada en un reciente estudio de una empresa consultora nacional, Jacko Badillo fue ubicado junto a la alcaldesa Adela Román (ante la eventualidad de que busque la reelección, algo legítimo pero muy difícil) como uno de los dos principales aspirantes del partido Morena a la alcaldía porteña, junto a figuras de primer nivel de otros partidos, nada menos que puro ex gobernador, entre ellos Angel Aguirre, René Juárez y Zeferino Torreblanca. El problema para ellos es que ya tuvieron su tiempo (recordemos los magros resultados que ha tenido Zeferino en dos elecciones pasadas) y lo que se requiere en estos momentos son caras nuevas, con ideas frescas. Vale.