• En el Víacrucis, oraron por la paz en Guerrero
• El Padre Roy, también rogó por el cese a la violencia contra las mujeres
Por Ignacio Hernández Meneses
Los creyentes católicos congregados en la parroquia de San Antonio de Padua, cada quien cargó con su cruz, uno a uno se fueron turnando una pesada cruz de madera, y otros, cargaron las imágenes de bulto de Jesús y María, para rememorar el Viernes Santo, el Viacrucis de la colonia Hogar Moderno de Acapulco.
Al frente de la procesión y entre el humo del sahumerio con olor a pino, el padre Luis Roy García Zamora, salió del templo justo a las nueve de la mañana para tomar la calle Fernando Rosas.
Flanqueado por vecinos que se vistieron de los 12 apóstoles, incluyendo al chapulín de Judas Izcariote, el sacerdote y sus ovejas enfilaron rumbo a la calle Río Grande cuesta arriba, para tomar un tramo de la calzada Pie de la Cuesta y luego bajar por las ruinas del “Diario 17”.
Algunas mujeres, las más viejitas, iban llorando, algunos iban en silla de ruedas o bastones, en muletas, y es que es cierto, la fe mueve montañas, no importa las condiciones de salud, la misión era llevar el Jesús en la boca. En cada una de las 14 estaciones, una anciana se hincaba al pie del Nazareno.
En la esquina que forman las avenidas Revolución y Emilio Carranza, justo en la IV Estación del Vía Crucis, tuvo lugar el episodio divino de El Encuentro, donde los feligreses, con el sol en sus espaldas de 32 grados centígrados, lograron que se tocaran las figuras de María y su hijo, rumbo al Gólgota, donde fue ejecutado, luego de una sentencia y juicio viciado de origen.
La serpentina de católicos pasó por donde era la Zona Roja, ahí, algunas mujeres en edad de “jubilación”, por ejercer el oficio más antiguo del mundo, no dejaban de persignarse; luego el Viacrucis pasó por unas fondas de pescado frito, y ahí, algunos comensales que no se acordaron de ayunar, sacaron sus celulares empezaron a grabar el paso del hijo de Dios, que ya a estas horas de la procesión iba torturado, luego de que Pilatos se lavó las manos.
Ahí andaba el gallo, el que le cantó a San Pedro…
Los que se aplicaron al 100 fue un grupo de agentes viales que resguardaron la caravana de pecadores, estos vecinos son muy creyentes –la mayoría originarios de Chilapa, y además muy fiesteros, porque cada 13 de Junio, le festejan a San Antonio.
Coincidentemente –tal como dicen que está escrito-, al pasar por la colonia Miguel Alemán, un gallo enjaulado, se le quedó viendo a los apóstoles, quizás buscando a Pedro, que tendría que negar al Señor, antes del amanecer.
Los avecindados no dejaban de cantar y rezar. Ya en la Iglesia, el padre Roy oró por la paz, para que Dios ilumine a los gobernantes y puedan enfrentar la inseguridad que se suscita en el plano nacional, estatal y en nuestra ciudad.
En la X Estación, que colocaron en avenida Ejido, el sacerdote que caminó cubierto de un sobrero de palma, fue leyendo hombro con hombro con su feligresía, pidió el cese a la violencia –en todas sus formas-, contra las mujeres.
Así fue, el Víacrucis de hoy es la violencia del crimen organizado y contra las mujeres. El padre Luis Roy García Zamora no lo dijo, pero se ve y se siente que son los feminicidios y la impunidad.