•Abelina, ¿botaneada y chamaqueada?
Por Francisco Javier Flores V.
Alguien debe decirle a la presidenta municipal de Acapulco, Abelina López Rodríguez que no está jugando una partida de cartas ni en una pelea de gallos.
Que los tratos en la administración pública, por más modesto que sea el cargo, deben tener formalidad para ser tomados con seriedad y responsabilidad.
La actitud rijosa que ha asumido ante un supuesto incumplimiento de Sedatu, con ese gracioso “desde aquí le hago llamado para que cumpla su palabra” no hace más que exhibir su ignorancia supina, que debería ser vergonzosa para quien tiene bajo su responsabilidad gobernar el municipio más importante de Guerrero y uno de los destinos turísticos más reconocidos del país.
Argumentar que hubo un compromiso “de palabra” por parte de Sedatu para la aplicación de recursos millonarios en el tema del saneamiento de la bahía y que ella ya puso “su parte”, equivale a lo que se estilaba antaño con la socorrida promesa de casamiento del novio para conseguir lo más preciado de la muchacha, y una vez logrado ésto el galán se hacía el occiso.
Durante el evento donde la alcaldesa despotricó contra Sedatu, ella misma recordó el episodio de cuando lanzó la expresión de “la calor” en una entrevista banquetera, y en donde, según sus propias palabras, la “botanearon” con lo que dijo. No vaya a ser que con este supuesto incumplimiento de Sedatu, ahora diga que la chamaquearon.
O será que, como se estilaba también antes con las jóvenes ofendidas con el engaño y eran los padres los que obligaban al novio a cumplir su promesa, tenga Abelina que recurrir a sus ya conocidos padrinos políticos para que intervengan ante Sedatu y ella no siga quedando en vergüenza ante la sociedad.
En el fondo, lo que queda claro es que, una vez más, los acapulqueños comprobamos que la autoridad municipal que tenemos, ignorante en temas de administración pública (para eso se estudia) con esa mediocridad para hacer acuerdos (se supone que es abogada, papelito habla) y esa forma tan pueblerina de entender la política, sin diplomacia para hacer un reclamo formal que pueda ser tomado en serio, no está al nivel de este Paraíso de América. No la merecemos. Vale.