Bajo Fuego

•La fractura

Por José Antonio Rivera Rosales

Los resultados de las encuestadoras más serias coinciden en que, si en este momento se llevaran a cabo elecciones, Morena obtendría un triunfo indiscutible por encima de los demás partidos de la oposición.
Sin embargo, lo que las encuestadoras no pueden predecir son las fisuras internas que se están produciendo al interior del partido guinda. Y esto es lo que debería preocupar a los dirigentes de ese partido.
La preferencia por los aspirantes a ocupar la silla presidencial ha causado no una fisura sino un cisma en Guerrero entre las militancias de ese partido mayoritario en el estado.
Esa ruptura -porque eso es, una ruptura- se generó principalmente entre quienes prefieren a Claudia Sheinbaum Pardo y Marcelo Ebrard Casaubón.
Aunque hay otros aspirantes a la candidatura presidencial, la verdad es que difícilmente podrían remontar las prererencias alcanzadas por Sheinbaum y Ebrard, que se mantienen como punteros en la puja por la presidencia de la república.
Ricardo Monreal, que se avizoraba como uno de los fuertes en esa pugna, finalmente retrocedió -en una decisión táctica que le permita reorganizar sus fuerzas- para evitar chocar de frente con el autócrata habitante del Palacio Nacional. El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, muy difícilmente podría alcanzar a los dos punteros. Su gestión al frente de la Segob lo delata más como un papanatas que, muy en el estilo de su jefe en el gobierno, le gusta generar conflictos en lugar de resolverlos.
Si las cosas siguen así, sin duda el próximo presidente estará entre Claudia y Marcelo. Es muy difícil predecir a estas alturas un eventual resultado, pero si la instrucción presidencial se carga en favor de Claudia -como todo parece indicar-, Marcelo quedará dentro de un cerco de inmovilidad que sólo podría romper si juega por la libre, como parece que hará también Monreal.
Esas decisiones, que con seguridad la tomarán ambos aspirantes en los primeros meses de 2024, complicará las cosas para Andrés Manuel López Obrador, a quien no le van a servir de nada los manotazos sobre la mesa. Y eso es lo que parece que va a ocurrir.
Por lo pronto, en Guerrero las fuerzas morenistas están divididas entre quienes se pronuncian por Ebrard y Sheinbaum. Augusto López y Monreal nada tienen que hacer aquí.
Es claro que la preferencia mayoritaria entre las militancias guindas está a favor de Sheinbaum, la candidata de la gobernadora Evelyn Salgado y del senador Toro, el líder nato de ese sector de las izquierdas en el estado de Guerrero.
En menor grado existe una inocultable preferencia por Marcelo Ebrard entre otros sectores de Morena, que encabezan Luis Walton Aburto y Abelina López Rodríguez, ambos personajes non gratos para diferentes sectores de la comunidad guerrerense.
A Walton lo caracteriza su prepotencia y menosprecio por los sectores populares -es decir, por los pobres-, mientras que a Abelina la ha distinguido su carácter volcánico -que se ha manifestado con frecuencia a partir de su arribo al poder-, lo cual los convierte a ambos en factores negativos para el canciller.
Lo peor del caso es que ambos se aliaron con personajes impresentables, como la frívola alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, y el impresentable Alfredo Sánchez Esquivel, quien de entrada usurpó una curul que correspondía a los pueblos indígenas (para lo cual se hizo pasar como indio sin serlo).
Ya integrados como bloque, comenzaron a cuestionar las decisiones de la gobernadora Evelyn Salgado, lo que les valió el repudio de diferentes sectores de población. Por fortuna la conspiración no llegó más allá de los gritos y sombrerazos y todos ellos quedaron reducidos a su mínima expresión.
El problema de Marcelo Ebrard es con quiénes estableció una alianza que no lo va a llevar a ningún lado. Su única posibilidad se cimenta en lo que podría hacer en su favor Angel Avila, uno de sus verdaderos operadores de confianza en Guerrero.
Aunque lo nieguen, esa fractura existe y sin duda alguna va a incidir en el futuro de esa candidatura en Guerrero. Un atisbo del estado de fuerza de Ebrard fue el mitin que se llevó a cabo el domingo pasado en el zócalo de Acapulco y que, además de exibir el acarreo patrocinado por el municipio, dejó mucho que desear si es que de verdad trataron de mostrar músculo frente a los partidarios de Sheinbaum.
Por lo que se ve, Claudia Sheinbaum se perfila como la anadofra indiscutible de la encuesta cuyos resultados decidirán quién compite por Morena…aunque también habrá que tomar en cuenta a la alianza de partidos opositores que ya están perfilando un eventual candidato.
Pero, como decía el extinto gobernador Rubén Figueroa, la caballada está flaca.
No existe hasta el momento una figura en la oposición partidista que pueda competir con Morena…a menos que se postule Angel Aguirre Rivero.
Aún así, la preferencia ciudadana se inclina mayoritariamente por Morena, con todo y los errores cometidos por el inquilino de Palacio Nacional que, si bien lo ha negado, todo parece indicar que estará tras bambalinas para conducir las principales políticas públicas del poder.
Es decir, un maximato disfrazado.
Claro que estaremos ante decisiones cruciales para el futuro del país, que vcristalizarán tanto dentro como por fuera de Morena. Y será una decepción mayúscula que afectará al mesías tropical.
Ya lo veremos.

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