Chicotazos

•¿Y si Abelina fuera fiscal?

Por Francisco Javier Flores V.

El pasado 9 de enero, día en que se registraron 9 homicidios en el municipio, cuando reporteros cuestionaron a Abelina López Rodríguez sobre ese tema relacionado con la inseguridad y la violencia, la alcaldesa de Acapulco respondió con uno más de sus dislates: “Deja que sea fiscal”.

Después de haber dado el banderazo de arranque a los trabajos de repavimentación de unos metros de la calle Diego Hurtado de Mendoza, en el Centro de la ciudad, huyendo prácticamente de los periodistas y mientras abordaba la poderosa Suburban negra blindada, donde ahora se pasea junto a su inseparable Lety Lozano, la presidenta municipal evadió las preguntas y con su peculiar modo de expresarse, dijo:

“Yo te hablo de la calle. Eso (los asesinatos ocurridos en el municipio que gobierna) le toca a la Fiscalía, no le toca Abelina, no me toca a mí… deja que sea fiscal”, respondió atropelladamente antes de que la camioneta arrancara, seguida del séquito de guaruras del que se hace rodear a donde quiera que va.

Lo cierto es que con esta actitud, la oriunda de Santa María Tonameca, Oaxaca, no solamente demuestra que no puede con ese problema que sigue lacerando a los acapulqueños, sino que prácticamente se ha desentendido del tema y prefiere salirse por la tangente echándole la bolita a otras instancias, cuando por ley la seguridad de los ciudadanos es una de sus principales responsabilidades.

Y es que, de hecho, Abelina no puede prácticamente con nada. No ha podido con la recolección de la basura pues la ciudad sigue inundada de puntos negros y en los hogares persisten las quejas porque no pasa el camión recolector. Tampoco ha podido con el abasto del agua potable en las colonias, ni con un servicio eficiente de drenaje sanitario, pues por todo Acapulco pululan fugas de aguas pestilentes que en algunos casos llevan meses, como en el acceso principal de La Venta (por citar un pequeño ejemplo), lo mismo que no ha podido con el pésimo estado de las vialidades, llenas de baches y con cientos de registros sin tapa que son un peligro mortal para los automovilistas; ni con el alumbrado público. Con nada, pues.

Lo peor es que, con todo y este panorama desolador, en los últimos días se han recrudecido los crímenes en Acapulco, las ejecuciones –incluso con descuartizados- están a la orden del día y la primer respondiente, que es la autoridad municipal, prefiere desentenderse y dedicarse mejor a promover a su favorito para la candidatura presidencial del 2024, buscando cobijo en la sombra de Luis Walton Aburto y ahora también de Angel Aguirre Rivero.

Por cierto, cuando emitió el exabrupto al decir “deja que sea fiscal”, no faltó quien interpretara que tal vez ella, que se dice “maestra” en Derecho, intente buscar ese puesto una vez que concluya su mandato en el 2024, con eso de que tiene experiencia en la litigada y ella misma confesó, siendo diputada federal, que sabe cómo se manejan los asuntos en ese ambiente, ya que sin rubor reveló, en plena tribuna del Congreso de la Unión, que sobornó a un juez “con la módica cantidad de 20 mil pesos” para que le autorizaran el juicio abreviado de un caso.

La usuaria de Facebook Clau Padilla posteó al respecto, en uno de los comentarios de las publicaciones que circularon el mismo día 9 de enero: “Dios nos libre, ojalá nunca llegue a fiscal”. Vale.

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