Café Astoria * La maldita primavera

  • La maldita primavera

Por Ignacio Hernández Meneses

No, nada que ver con la canción. Pero se parece por la nostalgia. Es grave y preocupante vivir este ambiente de riesgo a la salud por el fantasma del coronavirus que hoy recorre no sólo Europa sino todo el mundo.
Quién iba a decir, ver el puerto con sus playas vacías, que ya no vuelan en La Quebrada esos intrépidos hombres de acero; que ya no hay diarios diariamente; que han cerrado los cafés y bares donde los reporteros atizábamos con nuestros mejores trascendidos, el enojarnos y salir contentos llevando nuestras mejores crónicas que es lo que nos apasiona rumbo a la redacción, en medio de nuestras diferencias, así como aquellos autobuses amarillos que recorren la avenida costera Miguel Alemán que han desaparecido de un plumazo, y La Pasión de Cristo de El 30, Loma Bonita y Santa Cruz, cuyos creyentes huyeron espantados y alimentados por las malditas y benditas redes sociales.
Ahora también los panteones, cerrados, para el 10 de mayo no hubo ni madres. Es triste ver a tanta gente que vive al día, que no puede quedarse en sus casas porque su trabajo es precisamente en la calle.
Anda cerrando calles presionando para que les den despensas, mientras los adversarios de la 4ª.T se dan vuelo manipulando, especulando, acusando sin ton ni son de acaparamiento de despensas por parte de la presidente municipal Adela Román Ocampo y su coordinador de Servicios Públicos, Juan Carlos Manrique García, de que ya hay delito electoral cuando legalmente no ha empezado ni siquiera las precampañas.
Ya no se acuerdan de aquellos priistas que se robaron las despensas, José Luis Torreblanca Gómez, de Juan Salgado Tenorio que ni siquiera se dio cuenta que el municipio que gobierna era arrasado por el huracán “Paulina”, hasta que se vio en la cruda realidad; más recientemente, con Rosario Robles Berlanga primero en la Sedesol y luego en la Sedatu, que venía a Acapulco a dejar migajas a los damnificados de Manuel e Ingrid, migajas de la “Estafa maestra” por supuesto.
El Covid 19, nos ha puesto a revalorar la vida a todo mundo. Pero en Guerrero, el hambre y el miedo nos tira y el orgullo nos levanta. Hemos enfrentado el Paulina, el Ingrid y Manuel y nos pusimos de pie, con todo y el lodo, escombros y el olor a muerte.
Hoy, el maldito coronavirus está protagonizando nuestras crónicas, las entrevistas, las cifras del dolor, la muerte y la zozobra. Pero tengo la certeza que mucho más temprano que tarde, habremos de superar este panorama negro porque los guerrerenses efectivamente somos guerreros y no le tenemos miedo a nada, nos la pellizca la adversidad, incluso muchos que no podemos quedarnos en casa salimos a dar la batalla para que el día de mañana digamos con orgullo, yo escribí parte de esa dolorosa historia.
También la vida siempre hay que verla y sentirla con humor. Queda demostrado que “por los caminos del sur”, estamos resueltos a poner chinqueque a esta pandemia. Que “Guerrero es una cajita”, una cajita de mujeres sensitivas, hombres fuertes y de acero, y que el miedo y el pánico “no pasarán bajo el cielo de Acapulco”.
Aquí se tiene la firme esperanza de que mañana todos los mexicanos habremos de bailar y cantar en Caleta y Caletilla, y en todas las playas del puerto, el “Cangrejito playero, que camina en la arena, con sus cuatro patitas, caminando ligero…” Por eso y por muchas razones más… ¡Carajo! ¡Viva Guerrero!.

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