• Aguirre, Ayotzinapa e Iguala…
HAY QUE DECIRLO. COMO GOBERNADOR DEL ESTADO, Ángel Aguirre Rivero ha sido el que más apoyó a la normal rural de Ayotzinapa. Como ningún otro mandatario estatal apoyó con recursos económicos y en especie a los estudiantes de esa institución formadora de maestros, tanto que incluso las otras normales públicas del estado envidiaban a la de normal rural. Allí están las crónicas periodísticas de entonces.
Por supuesto, los apoyos tenían una razón de ser. El objetivo era más que evidente: es decir, mantenerlos tranquilos, quietos, para evitar las protestas que realizaban los jóvenes normalistas, tanto que, incluso que llegó a pagar los destrozos causados por los jóvenes, cuyas acciones se intensificaron como consecuencia de los hechos ocurridos en el bulevar Vicente Guerrero, en el punto conocido como Parador del Marqués, aquel 12 de diciembre del 2011.
Ciertamente los normalistas de Ayotzinapa siempre han sido aguerridos, como parte de la lucha que sienten como suya, encabezada por Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, que estudiaron precisamente en esa escuela, pero es a partir de esos hechos, en los que fueron muertos a balazos dos de ellos, cuando realizaban un bloqueo al bulevar, y en donde también perdió la vida un trabajador de una de las gasolinerías que allí se encuentran, cuando intensificaron sus protestas.
No es pues en vano que Aguirre Rivero haya volcado su apoyo a la normal de referencia, a grado tal que toleraba, o se hacía de la vista gorda ante los desmanes de los estudiantes, por lo que resulta por demás inverosímil que tenga que ver con los hechos sucedidos en Iguala la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre del 2014, cuando los normalistas se trasladaron a aquella ciudad para apoderarse de autobuses de pasajeros, luego de que en la mañana les fue impedido hacerlo en Chilpancingo, ante la presión social para que el gobierno estatal actuara ante lo que se consideraba acciones intolerables.
Y es que, ciertamente, los normalistas, hoy como ayer, eran impunes ante la ley, pues a pesar de los delitos cometidos, que iban desde el apoderarse de autobuses, por cierto, donde los encontraran, bajando incluso a los pasajeros sobre la carretera, hasta el apoderamiento de vehículos que transportaban productos diversos, incluidas pipas cargadas de gasolina, pasando por el saqueo de comercios.
Con todo y ello, resulta, como lo hemos dicho, inverosímil que haya tenido que ver con lo ocurrido en Iguala, como, según dice, se le pretendió inmiscuir desde el gobierno federal, y más aún, que haya participado en la reunión de la que habla el subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas, quien además encabeza la Comisión de la verdad sobre el caso de los hechos de aquella noche y trágica madrugada, encabezada por el entonces procurador de Justicia, Murillo Karam, para cuadrar lo ocurrido en lo que se denominó verdad histórica.
Por supuesto, como todo político, Aguirre Rivero no es una perita en dulce, de tal forma que nada debe sorprender, pues como bien dice, “la política es así”, con lo que se puede explicar que todo puede ocurrir. Más aún, hay que decir que si bien él era el gobernador del estado, había coincidencia en Guerrero que quien mandaba era un sobrino suyo, a quien le había delegado el poder y la responsabilidad de gobernar la entidad.
Sin embargo, hay mucha razón cuando señala que como gobernador tuvo un rompimiento con el gobierno federal, como consecuencia de haber renunciado al PRI para ser candidato por el PRD, con todo y que era amigo de Enrique Peña Nieto, quien se convirtió en presidente de la República posteriormente, de tal forma que los hechos ocurridos en Iguala, en donde fueron atacados los normalistas de Ayotzinapa, y 43 de éstos desaparecidos al ser confundidos como parte de un grupo delincuencial por haberse apoderado de un autobús de pasajeros cargado de droga, fue el pretexto perfecto para que gobierno federal le cobrara el agravio, a grado tal que dejó la gubernatura.
En consecuencia, no tiene sentido el que haya sido parte de una confabulación, encabezada por el entonces procurador de Justicia que atrajo la investigación de los hechos, para construir una historia sobre lo ocurrido, historia que de acuerdo a la verdad histórica, los normalistas fueron incinerados en el basurero de Cocula, luego de que fueron atacados por el grupo de los Guerreros Unidos, en complicidad con policías de diversos municipios, incluidos los de Iguala.
Hay que decirlo para concluir. Contra la verdad política construida por el actual gobierno, el que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que fue un crimen de Estado, y de que tras los hechos hubo una reunión encabezada por Murillo Karam para construir la verdad histórica, y en la que se cita la participación de Aguirre Rivero, así como la del entonces procurador de Justicia del Estado, Iñaki Blanco, y quien fungía como delegado en la entidad de la desaparecida Policía Federal, Omar García, hoy secretario de seguridad Pública del Gobierno de la Ciudad de México, de lo único que podría señalarse al hoy exgobernador es de omisión, pues la policía estatal a su cargo, ciertamente, brilló por su ausencia la noche y madrugada de los hechos.
Y es que, aquel 26 de septiembre era viernes…
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