Chicotazos

Morena: Acuerdos por Guerrero

Por Francisco Javier Flores V.

A poco más de un mes de cumplir su primer año de ejercicio, la posibilidad de un cambio en la presidencia de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) de la LXIII Legislatura, lejos de generar controversia o despertar suspicacias, debería ser tomada como algo normal dentro de una fracción parlamentaria viva y actuante.

Quienes festinan por adelantado un hecho que ni siquiera ha sido puesto sobre la mesa (al menos no de manera abierta) y se dejan llevar por simples rumores y trascendidos, parecen olvidar que en la anterior legislatura hubo hasta cinco presidentes de la Jucopo, comenzando con Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, luego Luis Enrique Ríos Saucedo, Antonio Helguera Jiménez, Jesús Villanueva Vega y concluir con Alfredo Sánchez Esquivel, quien tras reelegirse conservó la coordinación de la bancada morenista y por ende la presidencia.

En un escenario muy diferente al que se vivió en la Legislatura anterior, donde la titularidad del Poder Ejecutivo era ostentada por una fuerza política diferente a la que ahora gobierna y un Poder Judicial que también experimentó un relevo, sería hasta natural un cambio, máxime cuando se sabe que entre la fracción mayoritaria a la que le corresponde por ley encabezar el Congreso de Guerrero existen cuadros suficientes y preparados para ocupar el lugar hoy en manos de Sánchez Esquivel, puesto ahí por decisión mayoritaria de sus propios compañeros.

No es, sin embargo, el caso. Lo que sí es más que evidente y hasta cierto punto lamentable, es que al interior de la fracción de Morena esta situación genere un desgaste innecesario y se de pie al golpeteo entre los diferentes grupos que hacen vida partidaria, algo que en nada abona, y menos en medio de un proceso interno de elección de consejeros con miras a la renovación de las dirigencias partidistas.

Los morenos deben entender que seguir atizándole al fuego de los desencuentros entre las nomenclaturas, a los únicos que beneficia son a los adversarios políticos de enfrente, a quienes ya imaginamos con bolsas de palomitas en mano riéndose a carcajadas y haciendo sus apuestas, y algunos hasta echándole leña a la hoguera de la especulación.

Es tiempo de los acuerdos, de la concertación, de los entendimientos y de actuar con altura de miras. Guerrero lo merece. Vale.

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