¿El Fondo de Apoyo a Periodistas (FAP), una Ley en extinción?
Por Alfredo Guzmán
La Ley número 463 para el Bienestar Integral de los Periodistas del Estado de Guerrero, es una ley que desde su fundación buscó ser generadora y promotora de beneficios para quienes desde el oficio periodístico, les es negado toda prestación como trabajador en las principales empresas de medios en Guerrero.
Sin poder lograrlo del todo, el gobierno de Guerrero, desde los tiempos de José Francisco Ruiz Massieu buscó no ser patrón sustituto sino coadyuvante en la promoción de capacitación laboral, educativa, facilitador de préstamos para la adquisición de equipo, pago de becas a hijos de periodistas y atención médica básica.
El fortalecimiento financiero del Fondo ha tenido ciertas limitaciones, derivado de que el presupuesto es bajo y las demandas de los trabajadores son muy altas y los patrones, no cumplen con lo correspondiente.
Ante esta situación, los proyectos de desarrollo para los periodistas se ve limitado a los esfuerzos personales. El promedio de periodistas que han logrado terminar una carrera profesional, es muy bajo y el empirismo alto.
En la historia del FAP, han existido varias promociones de capacitación educativa en busca de lograr certificar a quienes por experiencia, estudios truncos y conocimientos, para que una institución educativa otorgue títulos como profesionales y la Universidad Autónoma de Guerrero, ha promovido a varios periodistas al otorgarles el título correspondiente.
Se han dado cursos diversos y eso sin duda ayuda a quienes de manera empírica ejercen una profesión que cada vez más exige conocimientos especializados para un mejor desempeño del oficio.
Con ese elemento, hoy cualquier ciudadano con un teléfono móvil comparte información y sin ser una competencia desleal, obliga a que quienes viven del periodismo, conozcan los procesos informativos, las características de la información y la mejor forma de difundirla.
Eso hace suponer que cualquiera es periodista.
No se trata de descalificar, sino de eficientar el papel de un programa de gobierno como es el FAP, para que logre de manera eficiente sus objetivos primordiales.
Elevar el presupuesto por parte de los diputados, sería una demanda. Definir si los periodistas, podrían aportar aunque sea de manera simbólica un recurso financiero, para poder fortalecer la pertenencia, y darle fuerza a una Ley, que si no la fortalecemos nosotros, podría dormir el sueño de los justos.
Hoy, la mayoría de los periodistas, busca estar dentro, al menos para contar con un seguro de vida, que permita a los deudos, enfrentar los avatares de la muerte del o la periodista.
No se cuenta con atención médica, que antes daba el Seguro Popular.
Los esfuerzos de contar con una vivienda se reducen.
Las capacitaciones y el fortalecimiento de cursos de actualización que permita a los que se dedican al periodismo, ampliar su información y a quienes siguen teniendo carreras truncas de periodismo, se logren convenios con instituciones de educación superior, para promover su certificación educativa.
Recuperar las becas para hijos de trabajadores que cuenten con buenos promedios.
El ingreso al FAP no debe tener tintes políticos. Los criterios son claros, es para quienes viven y desarrollan el trabajo periodístico en sus diferentes variantes y el comité de ingresos, debe validar a quienes con documentos comprueben fehacientemente que el periodismo es su fuente principal laboral.
El caso, es que luego los propietarios de los medios, ni siquiera quieren certificar al trabajador como tal, porque la ley los puede obligar a darles prestaciones y reconocerles antigüedad en caso de cesantía.
La convocatoria no debe ser excluyente sino incluyente y sin temporalidad.
Si la principal prestación del FAP es el seguro de vida, ante la circunstancia tan grave de inseguridad en todo el país, al menos debe ser democrática.
La ley 463, es una ley generosa, solidaria, que debe buscar como lo establece el texto constitucional, permitir que quienes se dedican al periodismo, tengan las condiciones básicas de seguridad y para ejercer su trabajo, además de aspirar a una superación en capacitación laboral y educativa.
Hoy el gremio ha crecido, en número, pero el recurso financiero para su apoyo, no.
La historia del FAP en México es paradigmática. Hay pocos programas de este tipo a nivel nacional, es deseable que siga vivo y tenga posibilidades de seguir siendo lo que ha sido en Guerrero, pero debemos pugnar por hacerlo más grande, más fuerte económicamente y abrirnos a mejorarlo, para que siga siendo una herramienta social que no sólo nos ampare a bien morir, sino a seguir siendo alternativa de superación educativa y laboral.
Gracias.