- Entrevista a Kimii, la hija menor de Bruno Plácido Valerio, a un año del fallecimiento del histórico líder de la UPOEG
- En exclusiva, la joven profesionista evoca algunos pasajes del impulsor de las policías comunitarias y autodefensas en Guerrero
Por Francisco Javier Flores V.
Eran apenas unos minutos antes de las 5 de la tarde del 17 de octubre del 2023. Del otro lado de la línea telefónica, Kimii escuchó a su padre que le prometió: “Voy a tener una reunión y en cuanto salga te marco”.
Fue la última vez que la hija menor del líder de las autodefensas en Guerrero escuchó su voz. Un par de minutos después, manos asesinas acabaron con la vida de Bruno Plácido Valerio y la de Abad Ruiz García, su leal chofer y asistente.
La llamada prometida que esperaba la jovencita de 21 años nunca llegó.
PRESENTIMIENTO FATAL
Kimii Plácido Castillo salió de la universidad donde cursaba el último año de la carrera de Medicina Veterinaria y se dirigió al lugar que provisionalmente le servía de morada. Apenas llegando, escuchó el timbre de su teléfono celular.
Era Abad, el chofer de su papá. En tono preocupado, le informó del incidente que habían tenido apenas unos minutos antes en el Centro Comercial Chilpancingo. A unos metros de donde desayunaban, fue asesinado a balazos un individuo.
La víctima resultó ser un trabajador de la Secretaría de Salud de nombre Hugo Miguel Morales Sánchez, químico de profesión. Curiosamente el occiso, aunque un poco más joven, tenía cierto parecido con Bruno y, más curioso aún, vestía los mismos colores de ropa que llevaba ese día el dirigente de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG).
“Yo me alarmé –relata Kimii-, le pregunté cómo estaba mi papá y me contestó que bien, que lo había sacado por otra puerta del centro comercial”.
Sin embargo, el colaborador no dejó de expresarle su sentir. “Estoy preocupado –le dijo a la muchacha-, quiero decirle a tu papá que nos vayamos a la Costa Chica”, a lo que ella le sugirió: “Sí, dile, porque está bien raro que haya pasado eso”.
El chofer le envió entonces una foto que ya comenzaba a circular en redes sociales. En ella se observaba el cuerpo del químico tendido en el suelo, y a unos pasos Bruno Plácido, caminando e incluso sonriendo con quien sea que haya ido acompañándolo, pero que no era visible en la imagen.
La muchacha sólo atinó a decirle “cuídense”, al tiempo que le insistió: “Y tú, si sientes esa inquietud, habla con él, convéncelo de que se vayan (a la Costa Chica)”.
Aproximadamente hora y media después, Kimii le marcó a su papá. Sostuvieron el siguiente diálogo:
_ Hola, ¿cómo estás?
_ Bien mami, ya fui a desayunar.
_ ¿Ya te tomaste tus pastillas?
_ Sí. Vengo entrando aquí a la Secretaría de Salud.
_ ¿Y como a qué hora sales?
_ Pues es rápido, nada más voy a tener una reunión y ya cuando salga te marco.
_ Ah, bueno. Espero tu llamada entonces. Cuídate mucho.
El chofer seguía insistiendo. En una nueva llamada (que a la postre sería la última) le comunicó a Kimii: “Oye qué crees, le dije a tu papá que nos fuéramos y me dijo que ahorita no tiene (recursos) para moverse y la verdad yo sí estoy preocupado”.
Ella también le insistió: “Pues habla con él, yo no le puedo decir porque me va a preguntar “¿y a ti quién te dijo?” (Se refería al incidente en el centro comercial. Bruno ignoraba que su hija ya sabía lo que había pasado. Por norma, acostumbraba no decir a su familia ese tipo de situaciones, para no preocuparla).
Una vez más le indicó: “Habla con él y a ver qué pasa, tal vez ahorita que salgan de la Secretaría de Salud ya se van”. Y es que a decir de la joven, el dirigente de la UPOEG era impredecible. “Podría ser que en cualquier momento dijera “nos vamos” o “nos quedamos”; él siempre traía la maleta arriba de la camioneta”.
Después de clases, la universitaria acostumbraba tomar una siesta vespertina. Apenas intentaba conciliar el sueño cuando el teléfono volvió a sonar. Esta vez era uno de sus primos, hijo de su tío Cirino.
“Me dice “prima, márcale a Abad”. Le contesto: “Ya hablé con él, si es por lo de la mañana ellos están bien”, pero me insistió e insistió: “no prima, márcale a Abad”, al grado que hasta me molesté y pensé: “bueno, éstos ¿qué han de querer?”.
No bien había colgado esa llamada, cuando nuevamente sonó el teléfono. Era su madrina. Escuchó los sollozos, era evidente que estaba llorando. La voz sonaba entrecortada.
“Hija, márcale a Abad, márcale a tu papá”, le dijo, a lo que la joven, sin saber lo que pasaba, sólo atinó a contestarle: “Tranquilícese madrina, si es por el incidente de hace rato, ellos están bien”. La señora también insistió: “No, hija, márcales”.
No hubo necesidad. Aunque les hubiera marcado ya no le habrían contestado. En cuestión de segundos, en un grupo de WhatsApp que tiene con sus hermanas, una de ellas ya había compartido fotografías que comenzaban a circular en redes sociales. En ellas se observaba a su papá tirado en el acceso de la Secretaría de Salud, baleado, desangrándose. A unos pasos, el cuerpo de Abad, inerte. Habían matado a Bruno Plácido y a su asistente, fue la noticia que corrió como reguero de pólvora en la capital del estado.
PONERSE CABRONA
Kimii recuerda a Bruno como un padre amoroso, con todo y que no era muy expresivo. Preocupado siempre por la preparación y el desarrollo personal y profesional de sus hijos –un varón y tres mujeres-, les inculcó el hábito de la lectura que en él estaba arraigado. Era un autodidacta nato. Su vasta biblioteca en la casa de Chilpancingo da cuenta de ello.
“Mi papá fue lo mejor que la vida me pudo dar”, dice la joven médico veterinaria. Era una persona de carácter fuerte, aunque los últimos años la enfermedad renal que padecía lo fue menguando. Esa enfermedad que, al menos, le permitió a ella y a sus hermanas convivir más tiempo con él, por la atención que requería, estar al pendiente de sus medicamentos.
Algo diferente a cuando Bruno Plácido estaba en su apogeo, cuando recién se había desprendido de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) para fundar la UPOEG.
“Lo veíamos a veces una vez al mes, a la semana, por todos los compromisos que él tenía, andar de un lado para otro, pero eso sí, nunca nos descuidó, siempre estaba al pendiente”, asegura Kimii (Estrella, en lengua mixteca).
Algo de lo que más valora, es que les enseñó a forjar su carácter. Si se caían, nada de ponerse a llorar. “Levántate, no llores, ponte cabrona, me decía. Era una de sus frases favoritas: ponte cabrona”, recuerda.
A un año de distancia, sabe que como familia han hecho honor a su legado de mantenerse unidos. Ante cualquier necesidad, cualquier problema, hacerle frente entre todos.
“Mi papá nos enseñó a afrontar la vida con todo lo que ésta le hizo vivir a él. Nos enseñó a poder con todo, menos con su ausencia”, expresa con la nostalgia matizando sus palabras.
CONFIAR EN LA JUSTICIA
Este 17 de octubre de 2024 se cumple el primer aniversario del artero asesinato. Ningún avance registra la investigación. El caso permanece estancado en la Fiscalía General del Estado, a pesar de que, mes con mes, los familiares acuden en busca de noticias que ayuden a su esclarecimiento.
Al principio la excusa era el cambio en la titularidad, tras la salida de Sandra Luz Valdovinos, después el reacomodo en ese órgano de procuración de justicia, el caso es que a la fecha los resultados son nulos. La pregunta es obligada.
_ Kimii, ¿Confían en la justicia?
Ella respira profundo antes de contestar.
_ Híjole, ese es un tema muy complicado, controversial tal vez. Yo quiero pensar que la justicia existe, tal vez no en todos los sentidos, no en todas las situaciones, pero de que existe, existe. Tal vez en Guerrero no mucho, pero en otros lugares probablemente sí. Cuando mi papá vivía, yo estaba convencida de que sí existía la justicia en Guerrero, después de su fallecimiento he comprobado que no existe, que por más que uno quiera llegar a la verdad, encontrar respuesta a las preguntas que en tu cabeza pasan, hay algo más allá que no te permite hacerlo. Ya sea que te amenazan, te mandan a meter miedo.
Del papel de la Fiscalía estatal, considera que su actuación es una vergüenza, “porque mi papá fue un luchador social, defensor de los derechos de los pueblos indígenas, ayudó al estado a combatir la inseguridad, la delincuencia, y aun así no es posible que no estén haciendo nada por saber qué realmente pasó. Es triste y lamentable, la verdad”. A estas alturas, hasta están pensando en solicitar que la Fiscalía General de la República atraiga el caso.
La hija de Bruno Plácido lamentó el nivel de violencia que ha alcanzado nuestro estado y que a su juicio no se había visto en otros tiempos.
_ ¿Usted cree que necesitemos otro Bruno, que surjan más Brunos?
_ Híjole, es una muy buena pregunta. Como Bruno creo que no va a haber dos, y por más que muchos quieran ocupar el lugar que tenía, es imposible. Bruno era una persona de diálogo, que sabía muy bien cómo actuar, cómo manejar las situaciones. Y sobre todo, algo que no digo como hija, sino como ciudadana, como un habitante más, él logró darle paz a la Costa Chica. Habrá miles de críticas, pero la paz que tuvo todo el corredor de esa región en los años que Bruno Plácido estuvo, fue muy impresionante, y que ahorita no se está viendo, por más que manden elementos de seguridad, estatales, militares, claramente eso no está funcionando.
Con 22 años ahora, Kimii es la hija menor del matrimonio de Bruno Plácido y doña Edilberta Castillo. Sus hermanos mayores tienen 25, 28 y 30 años. Sin embargo, pese a su corta edad, se desenvuelve como la más experimentada, con un lenguaje muy fluido y claridad en sus ideas.
Es quizá el resultado de haber acompañado a su papá a muchas reuniones, haber convivido tanto con él los últimos años, y del “castigo” al que constantemente la sometía de ponerla a leer y que lo hiciera bien, al grado de que si en alguna palabra se equivocaba, la hacía repasarla cien veces hasta que la pronunciara bien. “Creo que ahí sí desde muy chica me “dañó” mi papá”, ironiza entre sonrisas.
Sin militancia partidista definida, ubicada en un “punto medio”, se le pregunta su opinión sobre el actual gobierno.
“En mi defensa –dice mientras esboza una nueva sonrisa- esto que voy a decir es a título personal, como ciudadana, no como la hija de Bruno. El gobierno actual es bueno, tiene muy buena ideología, eso no se discute, el apoyo que han dado es mucho, han ayudado demasiado a los pueblos indígenas y es algo que se debe de valorar. Han hecho muy buen trabajo en el reconocimiento de los pueblos indígenas, los afromexicanos, pero se están olvidando mucho del tema de la seguridad en los estados.
“Guerrero ha dejado de ser tranquilo y se volvió un estado sangriento, tal vez no nada más Guerrero, igual en otros estados, pero ahorita creo que el nuestro está en los primeros lugares de inseguridad. Entonces considero que así como se está trabajando de bien en los apoyos y todo eso, deberían también voltear a ver el tema de la seguridad, que le pongan un alto a la delincuencia que cada vez más está imparable, ya no sabemos ni para dónde hacernos, es una guerra de todos contra todos”.
EL PUEBLO NO OLVIDA
En Buena Vista, municipio de San Luis Acatlán, este jueves 17 de octubre se conmemora el primer aniversario del fallecimiento de Bruno Plácido Valerio, uno de los fundadores del también llamado Sistema de Seguridad y Justicia Ciudadana, las casas de justicia, el sistema comunitario. Habrá misas y sus familiares y compañeros lo estarán recordando y homenajeando.
Quizá pase mucho tiempo para que vuelva a existir otro liderazgo como el que tenía ese hombre de baja estatura física, de hablar apresurado, de mucho valor al encarar los problemas. Tal vez haya algunos personajes que intenten imitar la personalidad de bruno, pero sin esa mística, diciéndose líderes, luchadores sociales, cuando en realidad no lo son.
Ya para concluir la entrevista, Kimii hace la siguiente reflexión:
“¡Jamás en la vida!, no es porque sea mi papá, pero un Bruno Plácido Valerio 2 no va a existir, o al menos no dentro de muchos años, que realmente llegue un nuevo luchador social que sea humilde, que entienda la problemática de la gente, que realmente conozca, que empiece desde abajo, que defienda a su pueblo para que lo dejen trabajar tranquilamente.
“Hay que recordar que si mi papá se metió a lo de la Policía Comunitaria no fue porque él quiso, sino por los asaltos, las violaciones, los secuestros que se vivían en los pueblos. Fue algo muy feo y si usted lo hubiese entrevistado y preguntado si estaba en sus planes crear o meterse de comunitario claramente le iba a decir que no. La violencia que se vivía fue lo que lo orilló”.
Eso es lo que las comunidades siempre le van a reconocer, dice, porque el pueblo tiene memoria… el pueblo no olvida.