- Igualdad, democracia y equilibrio
Por Francisco Javier Flores V.
La llegada de Claudia Sheinbaum Pardo a la presidencia de la República coronó una lucha de años, podría decirse que hasta de siglos, de las mujeres por la igualdad.
Una lucha que sin embargo en México ya había venido ganando importantes batallas, como la del 12 de febrero de 1947, cuando se reformó el Artículo 115 Constitucional para permitirles la participación como votantes y como candidatas.
Pero fue hasta el 17 de octubre de 1953 cuando en el Diario Oficial de la Federación se publicó el decreto que permitía a las mujeres votar y ser votadas, conquista que se materializó dos años después, cuando pudieron participar por primera vez en las elecciones federales del 3 de julio de 1955.
Sin duda el género femenino se ha convertido en un factor determinante no solo en la política, sino también en lo económico, social, cultural, académico y en general todos los ámbitos.
No en balde la presidenta ha acuñado la frase de que es tiempo de las mujeres, lo que incluso en algunos sectores de los varones causó cierto desencanto tal vez pensando que se verían limitadas sus aspiraciones.
Sin embargo, no contaban con el espíritu democrático de Claudia, quien en una especie de reacomodo de sus postulados anunció su decisión de impulsar reformas constitucionales en favor de la alternancia de género en los cargos de representación popular.
Así, el desencanto de los varones al observar cómo en algunos espacios las mujeres han repetido hasta 3 veces en el mismo cargo, el más claro ejemplo es en Acapulco, se diluye porque ahora, por ley, hombres y mujeres deberán turnarse desde presidencia de la República, gubernaturas y alcaldías.
En decir, la mandataria está planteando una real igualdad de oportunidades en el ejercicio del poder y con ello dar ese equilibrio tan necesario en la política.