- Dengue en Guerrero: Una crisis de salud evitable que persiste
Por Roberto Santos
Para los epidemiólogos no es el COVID lo que les preocupa. Ahora es el dengue.
La falta de atención oportuna por el sector Salud ha permitido que se vuelva una epidemia con miras a tornarse más grave aún.
El dengue es una de las amenazas más persistentes para la salud pública en México, y Guerrero se encuentra en el epicentro de esta problemática.
Las cifras son alarmantes: en lo que va de 2024, se han registrado 12 defunciones y 4,403 casos sospechosos de dengue en Guerrero, según la Secretaría de Salud Estatal.
Cifras que parecen no corresponder con la realidad.
El dengue no es nuevo; es un problema que ha persistido durante décadas y que, desafortunadamente, ha sido enfrentado con soluciones insuficientes y temporales.
Es común que cuando los números aumentan, las autoridades emiten alertas y piden a la población que tome medidas preventivas, pero ¿es realmente suficiente cuando este padecimiento es más agresivo y mortal?
Claro que no.
El municipio de Acapulco, tristemente conocido por su violencia y desigualdad social, ahora lidera el estado en casos acumulados de dengue, con 2,007 pacientes confirmados, según datos oficiales.
Es cierto que el reciente paso del huracán Otis exacerbó la situación, como lo señaló la Secretaria de Salud en Guerrero, Aidé Ibarez Castro, al explicar que la apertura masiva de servicios médicos tras el desastre llevó a la detección de numerosos casos.
Sin embargo, culpar exclusivamente a un desastre natural por el aumento en los casos de dengue es evadir una responsabilidad más profunda.
La realidad es que el dengue es una enfermedad prevenible.
Y el hecho de que sigamos viendo un aumento de casos en Guerrero no es solo el resultado del clima o de la geografía tropical, sino también de la falta de una estrategia de salud pública efectiva y sostenida por parte de la secretaria de Salud, quien ha basado su estrategia en negar la realidad.
Además, está claro que las medidas que hasta el momento se han implementado, incluida la fumigación y abatización son reactivas en lugar de preventivas.
Y muy tardías, por cierto, cuando el dengue ya está matando personas
Es crucial que estas acciones se complementen con una educación pública más agresiva y un sistema de salud que pueda responder a tiempo, antes de que los brotes se conviertan en epidemias, con mayor demanda de hospitalizaciones y mayores recursos para su atención, recursos que el gobierno federal ha limitado y por eso el crecimiento del problema.
Urge un enfoque más proactivo que incluya la inspección y el control de criaderos de mosquitos en todas las comunidades, la distribución de mosquiteros y la capacitación continua del personal de salud para la detección temprana de casos.
A pesar de los esfuerzos reconocidos por la Secretaria Ibarez Castro, como las colaboraciones con las autoridades municipales para implementar fumigaciones, queda claro que las acciones actuales no son suficientes para controlar esta crisis.
Los ciudadanos de Guerrero merecen algo más que medidas paliativas; merecen una estrategia integral de salud pública que ataque la raíz del problema y que no solo reaccione cuando la situación ya está fuera de control.
El dengue no debería ser un flagelo que cause tantas muertes y sufrimiento año tras año.
Es una crisis evitable que necesita un liderazgo decidido y una acción constante, no solo cuando las cifras comienzan a subir.
Es hora de que Guerrero deje de ser noticia por su vulnerabilidad al dengue y se convierta en un ejemplo de cómo enfrentar y erradicar eficazmente esta enfermedad.
Es momento de que el sector salud pueda diseñar estrategias adecuadas para anticiparse a la emergencia de este problema.
Y es que la perspectiva para el futuro sugiere que son más las condiciones existentes para un incremento en la transmisión que las que coadyuven a su descenso, a menos de que se adopte una estrategia de prevención intensiva y que se sostenga más allá de lo coyuntural.
Una epidemia de dengue hemorrágico en nuestro estado tiene todas las condiciones de surgir en el corto o mediano plazo.
Y su impacto en la demanda de hospitalización además de la mortalidad asociada al padecimiento, pueden convertir la atención del dengue en una emergencia epidemiológica de primer orden.