Chicotazos

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  • Servir para merecer

Por Francisco Javier Flores V.

René Juárez Cisneros y Zeferino Torreblanca Galindo fueron los últimos exponentes de aquel viejo adagio que afirmaba que quien gobernara Acapulco automáticamente se catapultaba a la gubernatura de Guerrero.

Considerada por la vieja clase política como la Joya de la Corona, la administración municipal porteña era una especie de prueba de fuego para quienes tenían el privilegio de llegar a tan honroso cargo, antes de aspirar a cumplir el máximo sueño de todo guerrerense, que es el de gobernar su estado.

Todavía hay quienes aseguran que Zeferino ha sido el mejor alcalde que hemos tenido los acapulqueños, aunque ya como gobernador dejó mucho qué desear, tanto por el hecho de que prácticamente se hizo rodear de muchos priístas para integrar su gabinete, desdeñando al perredismo que lo llevó al poder, como por aquella célebre frase dicha ya en las postrimerías de su mandato, cuando un periodista le preguntó por qué no hacía nada por contener la ola de violencia e inseguridad que ya desde entonces imperaba en nuestra entidad.

“Porque no debo, no puedo ni quiero”, dijo, no se sabe si en un arranque de franqueza o de plano de impotencia.

El caso es que desde entonces para acá, nadie de quienes han sido presidente municipal de Acapulco han podido ser gobernador.

Anótele los nombres de Juan Salgado Tenorio, Alberto López Rosas, Manuel Añorve Baños, Luis Walton Aburto, Evodio Velázquez Aguirre, Adela Román Ocampo y párele de contar. Todos ellos en su momento aspiraron, nunca llegaron y por lo visto nunca llegarán a ser.

El caso de Félix Salgado Macedonio digamos que se cuece aparte. En su momento, cuenta la leyenda que ganó la elección de 1999 pero al igual que al presidente López Obrador le robaron la elección y todos recuerdan el famoso éxodo al entonces Distrito Federal para reclamar ese triunfo que finalmente no le fue reconocido.

Hace 3 años una jugarreta del INE por míseros 20 mil pesos, de la misma manera le tumbó la candidatura a gobernador y el Toro sin Cerca tuvo que apechugar. Dicen que la tercera es la vencida y como en esta vida nada es imposible, máxime que quien actualmente gobierna la famosa Joya de la Corona no ha hecho ningún mérito para aspirar a la tan honrosa representación de gobernar nuestro estado.

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