•Política y gastronomía
Por Francisco Javier Flores V.
En uno de los sketches de la comediante La India Yuridia, su marido Rigoberto, conocido por boca de ella misma como un flojonazo de primera, le pregunta si para la carnita asada que supuestamente él le iba a cocinar, había salsa ya preparada.
Ella le contesta que no.
Con toda la concha del mundo y haciendo honor a la fama de su personaje, el tal Rigoberto le ordena:
Entonces haste una salsita que pique con madre. O no, a ver, mejor hazte una que no pique. O no a ver, a ver, mejor hazte una que pique, una que no pique y una que pique pero no mucho.
Pudiera parecer hasta chiste pero lo que ha venido ocurriendo a los partidos políticos cada vez que hay elecciones tiene mucho parecido a eso.
Promover leyes o normas de aplicación muy particular, para cada sector, para cada caso específico, tal parece que no ha sido una buena idea.
Salvo el caso de la igualdad o paridad de género, en donde reconocer los derechos políticos de las mujeres era de elemental justicia, máxime cuando se trata del sector mayoritario en el mundo, lo demás ha sido ya de plano puro circo.
Lo estamos viendo con el tema de las llamadas acciones afirmativas que si se le rascara, saldrían a relucir muchísimos más casos de los ya conocidos.
Esto no ocurriría si simple y sencillamente se aplicara el derecho a la igualdad consagrado en la Constitución, en donde claramente se manifiesta que todos los seres humanos deben ser iguales en su dignidad, y tratados con respeto y consideración, con derecho a participar con base igualitaria con los demás en cualquier área de la vida civil, cultural, política, económica y social.
Pero no. Eso les pasa por hacer con nuestras leyes, emulando al marido de la India Yuridia, salsitas que piquen, que no piquen o que piquen pero no mucho.