Chicotazos

  • Voluntad y decisión

Por Francisco Javier Flores V.

Un simple mensaje escrito con visibles faltas de ortografía, en una hoja de libreta común y corriente y en donde, eso sí, claramente se lee el número telefónico al que exigen a los representantes de sitios de taxis «que se comuniquen», provocó una vez más la semi paralización de Acapulco.

Al menos una escuela preparatoria de la UAGro suspendió clases con el argumento de que «no hay transporte público y para salvaguardar la integridad de los estudiantes». No fueron pocos quienes faltaron a sus trabajos u otros compromisos con ese mismo argumento.

Hacemos mención al papel y el número telefónico porque no es la primera vez que la delincuencia utiliza esos métodos para amedrentar a transportistas, comerciantes, escuelas, contratistas de obras y a cualquier otro gremio que se deje, para exigirles dinero a cambio de «permitirles» trabajar.

Y también porque, si hubiera voluntad y decisión de la autoridad encargada de investigar y perseguir el delito, con ese simple papel, siguiendo la pista del número telefónico, cuentas bancarias y demás indicios contenidos en ese y otros mensajes, comenzarían la búsqueda y darían con quienes desde hace varios años mantienen atemorizada a la población.

Ahí están el papel, el número telefónico, huellas dactilares. nombres de los sitios de taxis, rutas, contactos, que con todos los adelantos tecnológicos disponibles, aunados a investigación de campo, labores de inteligencia, infiltraciones y toda una gama de estrategias que se supone dominan las corporaciones policíacas hoy en día, harían posible dar con esos delincuentes y aplicarles todo el peso de la ley

Sin embargo, mientras tengamos elementos pasivos, desde agentes viales dedicados sólo a estirar la mano para hacerse de la vista gorda en los paraderos mientras el tráfico vehicular es un caos; policías preventivos coludidos e incluso dando protección a delincuentes, olvidando ya por completo su función de prevenir el delito y agentes ministeriales únicamente dedicados a cercar con cinta el perímetro donde se cometen delitos para evitar el paso de curiosos y al mismo tiempo obstruir la labor periodística, muy pocos resultados se pueden esperar.

Lo peor, es que la llamada Guardia Nacional, que se supone mejor entrenada y con armamento de primer nivel, en Acapulco sus elementos son utilizados como edecanes, ondeando banderitas en los supuestos filtros de revisión instalados en diversos puntos de la ciudad, en donde en lugar de atrapar delincuentes (como si éstos fueran tan estúpidos para írseles a entregar ahí) lo que provocan son embotellamientos al reducir la vialidad a un carril, en horas en que los ciudadanos se trasladan al trabajo o los estudiantes a las escuelas.

Labores de inteligencia, investigación científica y de campo, adiestramiento, capacitación, pero sobre todo voluntad y decisión es lo que hace falta si queremos rescatar a Acapulco de las garras de la inseguridad y la violencia. Vale.

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