Chicotazos

  • ¿Tres años más?

Por Francisco Javier Flores V.

Parada sobre la banqueta de la costera Miguel Alemán, entre la Diana Cazadora y el acceso a la plaza Quebec, Abelina López Rodríguez miraba para un lado y para otro, y en ambos sentidos lo que sus ojos observaban eran enormes montones de escombro y basura pestilente.

De repente su frente se arrugaba, se llevaba las manos a la cintura, se mesaba los cabellos, entrecerraba los ojos o los abría a más no poder. signos de una desesperación que la corroía por dentro, que la ahogaba, dando la impresión de estar como en un callejón sin salida.

Junto a ella, el periodista José Julio Vásquez Hernández la atosigaba: «Abelina, ¿cuándo mandas a recoger la basura a la colonia Hogar Moderno? Ya no aguantamos la pestilencia…».

El autor de esta columna, en calidad de dirigente del Sindicato de Periodistas del Estado de Guerrero, al ir pasando por ahí y observar la escena, aproveché para sugerirle a la alcaldesa la urgencia de retirar los montones de basura y escombro de la avenida Adolfo López Mateos, principal acceso al emblemático sitio turístico de La Quebrada.

En especial, le comenté, el enorme montón de la esquina con el callejón 4 de Enero, junto al edificio de la CAPAMA, en donde ya los fétidos olores eran insoportables y el bloqueo a la calle por la basura desparramada era total.

A ambos nos dio la misma respuesta: «Sí me toca, sí me toca, el problema es que me fallaron con los camiones, 500 camiones me iban a mandar hoy y no llegaron, 500 camiones iban a llegar…».

Era cerca del mediodía del lunes 13 de noviembre. Unas cuatro horas antes, la gobernadora Evelyn Salgado Pineda había encabezado en el Asta Bandera de la playa Papagayo el inicio de una magna campaña de limpieza por todo Acapulco, en la que participaban más de 500 personas, en su mayoría trabajadores del Gobierno del Estado, pero también mucha gente de la sociedad civil. En el acto también participó el senador Félix Salgado Macedonio y otros representantes populares.

El mensaje fue más que claro. Si el municipio, que es al que oficialmente le corresponde la recolección de los residuos sólidos, no podía con esa tarea, la administración estatal tenía que entrarle, pues ya la situación era preocupante, no solamente por la contaminación ambiental y visual y las dificultades al tránsito vehicular, sino por los problemas de salud que se pudieran generar.

Esta decisión tenía a Abelina echando chispas. Cuando José Julio le preguntó a la presidenta municipal por qué no había estado acompañando a la gobernadora, la alcaldesa ya no pudo contenerse y soltó de su ronco pecho:

«Eso no sirve, eso no sirve, es nomás pa’ tomarse la foto, pa’ que salga Félix, porque ya anda en campaña, ellos ya andan en campaña», exclamó.

Y se siguió de largo, como sacando un viejo rencor:

«Ellos no traen nada, andan con su escobita, traen camionetas, los camiones los traigo yo, los camiones los traigo yo», decía en su ya clásica forma de hablar repitiendo las cosas.

Y en efecto, ahí estaba sobre la Costera, desde la glorieta de La Diana hasta el hotel Playa Suites, una hilera de unos 20 camiones de volteo, parados, esperando alguna indicación, o simplemente absteniéndose de participar en la acción del Gobierno del Estado porque, como dijo Abelina, los traía ella, no Evelyn.

Mientras, el ejército de brigadistas que desde las 7 de la mañana ya limpiaba y despejaba banquetas, liberaba de basura y escombros paraderos de camiones y accesos a negocios, pedía a gritos precisamente eso, camiones que se llevaran lo que andaban recogiendo.

Y es que, según la presidenta municipal, la gobernadora y su gente no tenían nada que hacer ahí en la Costera, porque el acuerdo era que al municipio le tocaba «de Las Cruces para acá, y de ahí para allá ellos, a mí me toca acá, a mí me toca acá», repetía y repetía.

Lo peor de todo es que esta conducta de Abelina, la de negarse a trabajar en equipo, la de actuar a capricho aún sabiendo que lo está haciendo mal, la de incluso contrapuntearse con la mandataria estatal y sus colaboradores porque Acapulco es «su territorio», ha sido una constante en lo que va de su administración, no solamente ahora en tiempos de contingencia.

Así es ella y así seguirá siendo. No entiende razones, o como dicen en el pueblo, «se monta en su macho».

Alguien, quizá inocentemente, me preguntó hace unos días qué podría ser peor para Acapulco después de haber sido devastado por el huracán. Confieso que, también inocentemente, en ese momento le respondí que lo peor que podría pasarnos era una reelección en el Ayuntamiento. Hoy, sin inocencia, estoy completamente convencido de que nuestro querido puerto no aguanta tres años más de desgobierno de esta señora. Vale.

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