- Acapulco: entre la voluntad de limpiar y el riesgo sanitario
Por Roberto Santos
Muy oportuno el exhorto a la Secretaría de Salud, hecho por el Congreso del estado para que a través de la Comisión para la Protección contra Riesgos Sanitarios del Estado de Guerrero (COPRISEG), se emita la Declaratoria de Emergencia Sanitaria en el municipio de Acapulco, ante la posibilidad del incremento de enfermedades del dengue, zika y chicungunya, gastrointestinales, respiratorias y de la piel, así como efectos en la salud mental de los habitantes con motivo del desastre ocasionado por el huracán “Otis”.
Sin duda, gracias a la coordinación de los tres niveles de gobierno es como poco a poco se ha avanzado en la limpieza de las calles de Acapulco.
Sin embargo, ir al puerto y constatar las condiciones en que se encuentran las calles, refuerza la idea de que las enfermedades mencionadas en el exhorto están atacando a la población, pues el agua estancada, la basura en calles, la descomposición de materia orgánica, crean las condiciones perfectas para generar un serio problema de salud pública y que debería atenderse como asunto de Estado.
En Acapulco se ven los grupos de trabajadores que bajo el rayo del sol levantan interminables cerros de basura y árboles caídos, lo cual genera emociones, porque demuestran el compromiso con su ciudad.
Mujeres y hombres con la cara y brazos quemados por el sol, quienes con palas, rastrillos y escobas, van ganando paulatinamente a los cerros de basura.
Estos montones de basura refuerza la idea de que fue un grave error que el gobierno federal levantara la emergencia en Acapulco, si con ello afecta la disposición de recursos, cuando el problema de los desechos está más presente.
Y aunque el gobierno del estado y el municipal están trabajando a marchas forzadas con la mejor disposición, hace falta más personal y camiones para mover la basura que ya está descompuesta como lo confirma el fuerte olor que de ella emana.
Ver los destrozos que aún perduran en el paisaje urbano a un lado de las playas y en el centro mismo del puerto, hace pensar que esto va para largo y que faltarán manos, herramientas, y espacios para depositar tanto desecho.
Y aunque se constató cómo poco a poco algunos negocios van terminando de limpiar para pronto abrir sus puertas, también hay otros que siguen intactos, igual a como los dejó el huracán Otis.
Vale la pena mencionar los problemas de salud mental a los que hicieron alusión los diputados, y que esta columna ya ha mencionado en entregas anteriores y que tienen que ver con el proceso de duelo, por la pérdida que los acapulqueños sufrieron.
Sus propiedades, sus familiares, sus mascotas, así como el Acapulco de hace unos días para encontrarse con otra ciudad, devastada, inundada, sin árboles, con toneladas de basura.
Ese proceso de duelo a cada quien le llevará por caminos distintos, de acuerdo a su capacidad para procesar su dolor.
Y esto no es tan fácil de lograr. Quizá de requieran meses y, en algunos casos años, de acuerdo a la magnitud de su pérdida.
Estrés, ansiedad, depresión, neurosis, serán las constantes en la población de Acapulco.
Y por supuesto, deberán atenderse de manera urgente.