Chicotazos

  • Acapulco: ¿Quién dañó más?

Por Francisco Javier Flores V.

El huracán Otis no solamente vino a ocasionar destrozos y poner literalmente de cabeza a Acapulco, revolviéndole las entrañas que quedaron expuestas por todas partes, sino también sacó a relucir todo lo podrido que estamos como sociedad.

Aún no era ni siquiera mediodía del pasado miércoles 25, es decir, no habían pasado ni doce horas de que la fuerza de la naturaleza se había dejado sentir con brutal intensidad, cuando ya hordas de personas de todas las edades comenzaban a orquestar lo que bien podría considerarse como el peor saqueo de comercios de que se tenga memoria en Guerrero, y muy posiblemente en todo México.

Si alguien recuerda lo que ocurrió en la tienda COSTCO de la Zona Diamante tras el paso de los fenómenos naturales Ingrid y Manuel, aquello fue un juego de niños comparado con lo que se vivió ahora con Otis.

En algunas zonas, el saqueo comenzó en las tiendas 3B, siguió con los Neto, luego los Oxxo y de ahí todo lo que se atravesó; las grandes tiendas de autoservicio como Aurrerá, Soriana, Walmart, Woolworth, Sanborns; bodegas de muebles como Elektra, Coppel; las plazas comerciales como La Isla, Galerías Acapulco, Galerías Diana; bancos, cajeros automáticos; casas de empeño, bodegas particulares de abarrotes, las grandes tiendas de telas como Parisina, Modatelas, llegando al extremo de saquear también farmacias como las del Ahorro, Similares, Guadalajara, Del Puerto y tanto y tantos negocios más.

De hecho, tal parece que la gente se olvidó de su propia tragedia y se dedicó a ocasionar desgracias ajenas, y no es exagerado afirmar que en algunos casos provocaron más daños los saqueadores que el propio huracán.

El reconocido médico cirujano acapulqueño José Inocente Ariza Tapia describió en su cuenta personal de Facebook parte del sentir que embarga a los acapulqueños de bien e incluso advierte:
«Las consecuencias en pocos días se harán sentir. La hambruna no tardará en aparecer y las tiendas que han sido saqueadas, curiosamente eran las que podían estar abasteciéndonos en los próximos días.
«Literal, han dejado al puerto desamparado ante estos actos.
«El daño ha sido tal que llevará años en que se recupere la economía y la operatividad del puerto.
«Al fenómeno natural no había forma de detenerlo, lo que sí pudo haber evitado el gobierno y no lo hizo, fue la rapiña (…) Pensando perversamente, parece que el gobierno de manera intencional los dejó actuar libremente. No hubo Guardia Nacional, no hubo Ejército, no hubo Policía Estatal».
Seguramente pensó que de la Policía Municipal ni al caso mencionarla. Quizá vio la imagen donde hasta una patrulla de esas patrullas llevaba orondamente su pantallota de plasma por la avenida Cuauhtémoc.

En el fondo, además de la reconstrucción material de Acapulco para volverlo a hacer brillar, hay que ir pensando también en un cambio de actitud y mentalidad si queremos llegar a buen puerto como sociedad. Lo primero se puede; lo segundo… ¿se podrá? Vale.

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