•La presidente de Acapulco y su actuación pública en el Carnaval 2023
Por Baltasar Hernández Gómez
La comunicación más allá del ejercicio periodístico admite, para bien de la sociedad, la libertad. Trascendiendo la interpretación conceptual y los intereses que haya en un evento proveniente de la esfera gubernamental, es preciso analizar los mensajes que se difunden.
En este sentido, es necesario analizar la actuación de la autoridad formal en el Carnaval Acapulco 2023 como una cuestión pública, aunque no le parezca a personas coludidas directa o indirectamente con la alcaldesa Abelina López Rodríguez y otros espacios de gobierno en los tres niveles.
Cuál falta de respeto, si la autoridad municipal parte de la opacidad para organizar y gastar recursos públicos en un festejo deslucido e improvisado, para el cual contrata a la basura de la farándula, craso engaño de una autoridad que se dice apegada a valores de la tan difundida ideología 4T del actual presidente de la República y al exterminio de las bajezas anteriores, pero replica y maximiza el circo político y social para desviar atenciones sobre los verdaderos problemas sociales.
En cuanto al comportamiento público de la presidente municipal de Acapulco, en un análisis de su lenguaje verbal y kinésico, connotó lo siguiente: declaración en estado de ebriedad que vuelve a evidenciar su nula cultura y preparación para estar en el lugar que, por los procedimientos político-electorales, le tocó en suerte; su irresponsabilidad y falta de visión social para hacer un supuesto carnaval que evidencia la problemática de gestión gubernamental y los tremendos déficits de la administración del momento.
Además, sus posturas, gestos y ademanes demuestran, por lo menos, una admiración de la lidereaa de causas populares imposibles e ilícitas, muchas veces, en función de presidente municipal, a los dichos intrascendentes de la vedette Niurka, implicada en sonados casos de pobreza moral e intelectual. Al mismo tiempo, la conducta corporal demostrada dejó ver predilección al contacto excesivo entre la detentadora de la autoridad local y la artista del desnudo y la farsa.
Cuando hay crítica directa a este tipo de funcionarios, muchas personas se rompen vestiduras de conveniencia, ufanándose en pedir respeto a la investidura, cuando sus portadores violan una y otra y otra vez la voluntad social y la exigencia en tiempo real de las grandes necesidades de la población.
¿Y el respeto a brindar servicios públicos de calidad, a ejercer el gasto con principios y procedimientos reales de transparencia? ¿Dónde están las promesas de tener un gobierno limpio, sin corrupción, ni nepotismo? Hay, evidentemente, de respetos a respetos.