Zona Cero

•El enojo de Abelina

Por Roberto Santos

Además de que cada día hay más muertos en Acapulco y este viernes ya van tres, hoy quedó comprobado que la maestra Abelina ya no puede con los problemas que enfrenta; pero lo que es más grave es que tampoco puede controlar el enojo que, lamentablemente, trae consigo.
Es entendible que ante los problemas y “la calor”, hasta el más equilibrado se desquicie, pero lo que se ve en la maestra Abe, es que trae muy alto su estrés.
Seguramente los estresores a los que se enfrenta diariamente, le han afectado y por eso es que parece decir: “mírame pero no me toques”.
La mejor manera de comprobarlo son las respuestas descontroladas en contra de quienes le hacen enojar, así sea colono, guarura o periodista.
Lo cierto es que tampoco es algo que ella quiera o pretenda hacer.
Sus exabruptos son involuntarios y no puede evitarlos porque carece de las herramientas necesarias para procesar de otra manera la problemática que enfrenta en su andar como autoridad, y es probable que perciba agresiones o amenazas en su contra, reaccionando con cierta carga de violencia, como sucediera al finalizar el evento “Territorio Violeta”, del gobierno del estado en la colonia Zapata.
Quienes han estado en los eventos oficiales saben que hay áreas donde no se puede acceder y son cercadas con vallas; hay rutas establecida para los recorridos, y de eso se encarga personal del gobierno del estado y el equipo de seguridad.
Todo indica que al querer pasar donde había vallas, alguien no se lo permitió, generando la idea en la presidenta de que estaba sufriendo una agresión –como lo consigna en su boletín– y esto la sacó de su estabilidad emocional, como sucede frecuentemente en su trato con los periodistas.
Abe, es proclive al enojo, olvidando esa máxima que mencionara Carlos Fuentes, quien decía que “la política en México es el arte de tragar sapos sin hacer gestos, porque el buen político convierte todo en una ventaja.”
Fuentes también dijo que “el gran político es el que llega alto despojándose de amarguras, rencores y malos ratos”. Pero doña Abe, contrario a eso, pareciera trae un costal de amargura arrastrando consigo, algo que definitivamente no es sano para ella ni para su gobierno.
Viendo las cosas así, el tiempo que le falta en la presidencia municipal le puede consumir parte de su salud emocional, y eso puede afectar en la vida laboral y por ende en los resultados como presi municipal.
Y de por sí Acapulco va de mal en peor, qué se podrá esperar si Abe sigue actuando así.
Más cuando ya anda en la grilla queriendo ser candidata a gobernadora, lo que no está mal ni es criticable.
Solo que no estaría mal que alguno de sus asesores le pueda sugerir clases de Yoga, un coach, un terapeuta, o que tome clases de baile o algo que le ayude a reducir su carga de estrés.
Porque si gobernar Acapulco es complicado, Guerrero lo es más.
Bien decía René Juárez: “Guerrero no es Disneylandia”.

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