•Es el momento de la sociedad civil
•Alberto Adame, un activo social solidario y empático
Por Roberto Santos
Estamos viendo como en los partidos empiezan a sonar algunos nombres para determinado cargo, pese a que aún faltan meses para que inicie el proceso electoral.
En el PRI se bajara el nombre de un senador, su esposa y sus hijos para tener cargos de elección popular para el 2024.
Y en otros partidos también se ven los mismos rostros, los mismos nombres, las mismas familias.
Es decir, los partidos han terminado, en algunos casos, por ser instrumentos o vías de acceso al poder de algunas familias que anteponen sus intereses a los de la mayoría.
Charles de Gaulle decía: “He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos”.
Ante este panorama es necesario que los votantes vuelvan la vista hacia aquellos personajes que día con dúa realizan acciones de beneficio social, de solidaridad, sin buscar cargos políticos ni de elección, porque no es lo suyo.
Son aquellos filántropos que desde la sociedad civil dedican su tiempo y recursos para apoyar a personas en situación difícil para ayudarles a salir de esa y conseguir de alguna manera su progreso sin pedirles nada a cambio.
Sería interesante que los votantes empezaran a hurgar entre aquellas personas que cotidianamente asisten a ofrecer comida a quienes tienen enfermos en los hospitales, cobijas a quienes no tienen con que protegerse del frio, despensas para familias en Chilpancingo y en los poblados del municipio.
Puede ser momento de que los ciudadanos cansados de darles la confianza a los políticos y que después terminan por arrepentirse, al resultar igual o peor que otros, y mejor le den la oportunidad a quienes nada quieren saber de la política, pero la ejecutan de la mejor manera.
Porque sin pretenderlo, su labor real es justamente esa: hacer política, no partidista, claro, pero rescatando la esencia de esta práctica, de promover el bien común, buscando el bienestar de las minorías que a veces no son tomadas en cuenta en las políticas públicas.
Varios dirigentes de partidos también han señalado que es el momento de la sociedad civil, por lo que se espera su irrupción en la arena electoral, ya sea como candidatos o reforzando candidaturas de políticos convincentes.
No podemos descartar que seguramente harán mejor papel que algunos políticos tradicionales, esos que solo buscan a la ciudadanía para atraer el voto hacia su persona y después olvidarse de ella.
Vale destacar a uno de esos activos de la sociedad civil al que podemos ver entregando comida a quienes esperan a sus enfermos en el hospital Raymundo Abarca Alarcón y en el de la Madre y el Niño, así como entregando juguetes a los niños y cobijas a las familias en lugares de la Sierra.
Se trata del ingeniero Alberto Adame, quien también presta algunas de sus máquinas ya sea para abrir una calle o rastrillar un camino de manera casi gratuita.
Esta persona, oriundo de Chilpancingo, de origen humilde, mantiene un alto espíritu solidario y empático con quienes menos tienen, y junto con su esposa e hijas tienen una actividad constante sirviendo al prójimo.
Solo para mencionar otra actividad cotidiana, es que trasladan a personas enfermas de cáncer al puerto de Acapulco para atención médica en Cancerología, sin que al paciente le cueste un solo peso.
Cierto es que esos actos no deberían mencionarse, pero a veces es necesario porque hay quienes simulan hacer trabajo social y una entrega de galletas o postres, sirven para promocionarse en todos los medios, con lo que queda desnuda la intención claramente electoral.
Por eso hay que mencionar que el Inge Adame también es servidor presiente del Club de Leones en Chilpancingo, desde donde también coordina acciones de interés social, siempre sirviendo a la población necesitada.
Seguramente hay más personas que hacen trabajo voluntario desde su trinchera y que tratan de pasar desapercibidos, pues no les gusta la política partidista.
Solo que ante la crisis de los partidos, es probable que ahora tengan que irrumpir en el escenario electoral, en la idea de que podrían hacer mejor papel que otros, que solo salen a ver que agarran en cada elección.
Es el momento de la sociedad civil, dicen algunos, convencidos de que ésta puede darle mejores resultados en la gobernabilidad y en el buen ejercicio de gobierno convertidos en actores de la sociedad civil se preocupan por los problemas de la comunidad, se dimensionan en la esfera pública y se expresan en una opinión reconociendo que comparten intereses generales.
Thoreau ha dicho que los hombres reconocen el derecho a la revolución, como el derecho a rechazar la obediencia, lealtad y a resistir un gobierno cuando su tiranía e ineficiencia son insoportables (en Honneth 1999) El término anglosajón de civil society hace referencia más al concepto de sociedad civilizada que al de sociedad natural