•Acusan de violencia política al diputado Sánchez Esquivel
Por Roberto Santos
Si no es una cosa, es otra, pero el diputado Alfredo Sánchez Esquivel se mantiene en los medios de comunicación, y de manera gratuita, porque además no le gusta pagar su publicidad.
En esta ocasión, gracias a que ha brotado su verdadera personalidad, con lo cual convence más y más a la mayoría de legisladoras y legisladores del por qué no debió seguir en la presidencia de la Jucopo ni al frente de su fracción.
De seguir al frente de la Junta de Coordinación Política del Congreso local, seguramente hubiera destruido los demás edificios gracias a esa compulsión de tumbar lo que no le costó, dicen los trabajadores del legislativo.
Pero ese no es el tema. Lo que nos ocupa en esta ocasión es que salió a flote su personalidad de machito violento.
Y con eso unió a varias diputadas en torno a la presidenta de la Jucopo, Yoloczin Domínguez Serna, después de que Sánchez Esquivel la llamara “ignorante”, como una manera de descalificar sus dichos acerca de lo que ya se considera una irregularidad: la destrucción de la biblioteca.
“Hoy le digo al diputado Alfredo Sánchez Esquivel, que no tendrá más la comodidad de nuestro silencio”, le espetó la diputada Gabriela Bernal en franca defensa de la diputada morenista.
Y si eso no fuera suficiente, le remató con la frase, dura, por cierto, de que “las expresiones contra nuestra compañera diputada Yoloczin Domínguez Serna serán expuestas aquí, no tendrán nuestro encubrimiento, porque, además, no ha sido la única víctima”.
Gabriela Bernal se refirió a esta agresión del diputado “indígena” como un caso de violencia política en razón de género, pero destacó que no ha sido la única víctima.
Recordó que durante un evento del IEPC acerca de prácticas afirmativas para erradicar la violencia en contra de las mujeres, Sánchez Esquivel señaló la integración paritaria en el Congreso, pero dijo que vengan a demostrar de qué son capaces las 23 diputadas.
Las mujeres no tienen por qué demostrar de qué somos capaces, dijo la diputada priista, y con justa razón agregó que la violencia contra las mujeres existe, y sentenció que “los violentadores jamás tendrán la comodidad de nuestro silencio”.
A Yoloctzin le mencionó que “no está sola” y en un mensaje de unidad, le dijo a Sánchez Esquivel que “estamos juntas en esto. Porque si tocan a una, nos tocan a todas.”
Y aunque el diputado aludido subió a tribuna a ofrecer disculpas y prometió tomar cursos para respetar a las mujeres, las diputadas no lo dejaron ir limpio, así que como en las corridas de toros, le cortaron orejas y rabo.
Fue Gloria Citlali Calixto Jiménez quien hizo el reconocimiento por parte de su fracción –Morena– a su coordinadora y ofreció su total apoyo.
Además, señaló que criticar el desempeño de una diputada por su género y no por su trabajo, es una de las modalidades de violencia por la que tanto luchan por erradicar.
Seguramente para comprobar el dicho aquel de que la peor enemiga de una mujer es otra mujer, la diputada Leticia Castro Ortiz subió a tribuna para descalificar lo dicho por sus compañeras que le antecedieron y calificó como “ridículo” el señalamiento de violencia de género contra la coordinadora de Morena; lo ubicó como un asunto personal, y mencionó que “hay ignorancia en todos lados, y sin embargo, yo no veo la ofensa”, dijo.
Castro Ortiz en clara defensa del diputado “indígena” insistió en que no hubo violencia política, y se puso como ejemplo, al decir que a ella ningún diputado le ha faltado al respeto.
Finalmente esta diputada terminó gritando a sus compañeras, pidiendo pruebas de las acusaciones en contra de Sánchez Esquivel por la destrucción de la biblioteca y negando que hubiera incurrido en violencia política en contra de Yolo.
Lo que queda evidenciado que no por ser diputado o diputada se superan esas conductas violentas o se logra erradicar del lenguaje las frases agresivas, y en su infinita ignorancia terminan por creer que la violencia es normal.
Efectivamente, tanto a Sánchez Esquivel y a la diputada Ortiz les hace falta un curso para erradicar la violencia en sus conductas y en su lenguaje, y de ser posible una serie de sesiones psicológicas para entender del porqué de esa conducta y qué hacer para erradicarla definitivamente.