• “Un alarido que nos alcanza”, rememora Rafael Trejo; “Nos están masacrando”, gritaba Bulmaro; ¡Qué bueno!-, le respondió una viejita
Por Ignacio Hernández Meneses
Con 16 cuartillas en mano, en negritas y a reglón cerrado, el viejo comunista Rafael Trejo Moreno, resume el 2 de octubre de 1968, que sintió en carne propia: “2 de octubre no es una frase que como ritual se repite, es un presente y un futuro, un alarido que nos alcanza”.
A pesar de la terca lluvia de ayer domingo, el Colectivo de Izquierda realizó su 34 Jornada Informativa en el Zócalo de Acapulco, donde Trejo rememoró la masacre de Tlatelolco, “que los malditos diputados priistas aplaudieron de pie la macabra decisión contra los estudiantes que lucharon por las libertades democráticas”.
Recordó también la manifestación del 27 de agosto, el zócalo lleno, el izamiento de la bandera rojinegra en el asta mayor, el tañido de las campanas de la catedral, a Óscar Chávez y su arreglo de la canción colombiana “se va el caimán, se va el caimán, se va para… la guerrilla”, y finalmente el desalojo por la milicia como a la una de la madrugada.
Ya en la plaza de las Tres Culturas, “vimos luces de bengala en el cielo, lanzados desde un helicóptero, e inmediatamente escuchamos los primeros disparos secos, me negué a creer que eran tiros de verdad, el pánico comenzó a apoderarse de la muchedumbre, me quedé paralizado… cuando un empellón fuerte acompañado de la voz de Esboza, mi amigo, dijo córrele cabrón, vámonos a la chingada porque los balazos son de verdad”.
A su vez, Bulmaro León Romo, también sobreviviente, recordó de cuando en reacción inmediato, con un grupo de compañeros fueron a una gasolinera, llenaron unos bidones, detuvieron un trolebús -al que finalmente lo tapizaron de estopa y lo quemaron-, bajaron a los pocos usuarios que llevaba, les informaron los motivos de la retención del trasporte antes de ordenarles que se bajaran, “nos están masacrando”, gritó a todo pulmón el diminuto y greñudo estudiante de la facultad de Economía, pero una viejita le respondió “¡qué bueno”. Aun no se sabía de la dimensión de la matanza, no se sabía del número de muertos, ni se sabe, lo único cierto es que fue un 2 de octubre que, a 54 años, “¡no se olvida!”.
En este encuentro convertido en un constructivo conservatorio bajo la lluvia, de igual forma participaron con sus testimonios, no como sobrevivientes, el maestro Marco Antonio Adame Bello, Rosalinda Gutiérrez Terrones y Luis Alberto Arcos Castro, entre otros notables liderazgos sociales.