• Asalto a las listas para consejeros en Morena
Por Roberto Santos
La genética es la genética.
El origen es destino, dicen algunos.
Si algunas de las situaciones ya marchaban mal en Morena, ahora queda más claro que la cultura del cinismo presentes en algunos políticos los convierte en inmunes a cualquier intento de transformación.
Lo que pretende ser algo diferente para la población, en estos días han evidenciado lo que algunos realmente son, durante los registros a candidatos a congresistas.
Hasta parece que los estatutos de Morena están escritos en lenguaje alienígena, y muchos no los pueden descifrar.
O simulan no entender.
O quizá ni saben que existen.
O si saben, pero les vale y pretenden obviarlo, si al fin y al cabo, de eso se trata, pelear el poder por el poder, olvidando principios y civilidad política.
No hay respeto por los ideales, solo ambición por acomodarse en las consejerías.
Y ya vemos que en las listas aparecen familias completas.
O el líder y su esposa, la líder y esposo.
De seguir por esa ruta, Morena se convertirá en un partido controlado por algunas familias; como en algunas regiones sucede.
En algunos casos solo faltó que registraran al gato, al perro y al perico después de las hermanas, hermanos, cónyuges o amantes.
Así de tremendos en Movimiento de Regeneración Nacional. Claro, no todos actúan de esta manera, pero en los registros salió a relucir lo que algunos verdaderamente son en términos de ética política.
También los hay, quienes parecen haber olvidado sus compromisos, pues una vez habiendo conseguido un cargo en el gobierno del estado, municipales o de representación, alegremente acudieron a las mesas de registros para anotar su nombre.
Simulan ignorar que no pueden ser funcionarios y consejeros.
Ni representantes populares y consejeros.
El Artículo 8 del estatuto menciona que “los órganos de dirección ejecutiva de Morena no deberán incluir autoridades, funcionarios o integrantes de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial de los municipios, estados y la federación.”
¿Así o más claro?
Entonces ¿por qué vemos en las famosas listas de registro, a diputados, diputadas, funcionarios, presidentes (as) municipales?
El dirigente del Consejo de este partido, criticó el método para seleccionar a los candidatos a congresistas estatales, pues “el 95 por ciento de los aceptados no conocen los estatutos”, asegura.
Aunque más que eso, parece que el problema radica en la austeridad de autocrítica y de prudencia individual.
Vergüenza, dirían otros.
No puede ser que haya quienes sí saben lo que permiten y lo que prohíben los estatutos y siendo diputado o diputada o presidente o presidenta municipal estén en esa lista.
Se espera que haya una buena depuración de quienes no deberían estar en ese registro, y que mejor se pongan a atender sus labores para las que fueron contratados u electos.
Y dejen la vía libre a quienes sí pueden acceder a las consejerías.
Dicen ser diferentes.
Es el momento de demostrarlo.