• ¿El tráiler, la Houston House, Ayotzis y la caída?
Por Alfredo Guzmán
Por primera vez en más de 4 años, considerando el último de la campaña de Andrés Manuel López Obrador (Amlo), el actual presidente dejó hoy de dictar la agenda.
Y esa es una buena noticia, porque puede ser el principio del fin de un encantamiento nocivo, negativo y perverso.
Lo anterior, porque con discursos manipuladores y acciones contra instituciones autónomas, se está socavando la fortaleza democrática del país.
Era de esperarse, pero nunca se sabe si el evento será para bien o para mal.
El desgaste, la pérdida del humor, la exhibición pública de la corrupción imperante en su entorno, que es la que más duele y genera incapacidad de defensa y lo coloca al nivel de todos los humanos, luego de que se consideró el nuevo Tlatoani en México, del renovado e histórico imperio Azteca, ya desaparecido.
El presidente de México, ha perdido hoy el candor y la emotividad que generaba, luego de que le metió el píe, su propio hijo y tropezó con sus propios errores.
Carmen Aristegui, una periodista que desde la óptica de Amlo, es una traidora, porque lo ha exhibido en vez de ensalzarlo, como era su obligación.
Proceso, una revista “aliada”, pero a la expulsión del círculo cercano, a su propietario Julio Sherer Ibarra y su persecución política, ha sido acusada por Amlo, como traidora a la causa obradorista.
Y no se diga Carlos Loret de Mola, que junto con sus investigaciones, hicieron perder la sonrisa al presidente de México y han provocado junto con las crisis económica y financiera, inseguridad y sanitaria, generada por malas políticas públicas y errores en la estrategia, que se enoje el presidente.
Y si sigue culpando a los medios de los males de un gobierno, que no ha podido cumplir en nada, sería ratificada la cuestión de que, el que se enoja, pierde.
Millones de nuevos pobres, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), estudiantes de normales rurales, grupos campesinos de varias partes del país, grandes empresarios entre otros sectores, la clase media aspiracionista y la que le sigue, golpeados con el discurso, antes aliados poco a poco empiezan a desencantarse de las promesas recibidas e inician a marcar su distancia de Amlo.
Pero cuando el hijo mayor, lo expone ante la sociedad por actos, que en el pasado fueron punta de lanza, para exhibir a su contrincante, Enrique Peña Nieto, con la Casa Blanca, ahora es colocado contra la pared, por una residencia en Houston Texas, que se relaciona con funcionarios petroleros extranjeros y convenios sin licitar, para beneficiar a quienes también responden con favores. O sea Lozoya renovado.
Al presidente de México, lo presionan sus obras, que no tendrán la proyección buscada, suben su precio, y el tiempo de terminado, no alcanza para su entrega.
Un aeropuerto, que no tienen aviones para aterrizar. Por falta de conexión e inseguridad. Un tren, que destruye a su paso lo que encuentra en su construcción y que eleva su costo, por la presión de su terminación y afectación al medio ambiente.
Una refinería que especialistas, establecen que estará desfasada y no apoya políticas públicas en defensa del medio ambiente.
Demandas de ciudadanos, que reclaman medicinas para sus hijos, vacunas para todos, reclamos por la inseguridad galopante y posibles acuerdos mafiosos con grupos a los que no toca, están generando un conflicto que empieza a desestabilizar a un gobierno, que se suponía poderoso.
La carencia de recursos financieros para responder a emergencias, luego de haberse gastado un millón de millones de pesos, que se encontraban en fideicomisos, que no debió tocar, hoy le hacen falta, porque tiene que pedir prestado y crece la deuda, que dijo no iba a crecer.
Aunado a esos problemas, surgen focos amarillos en estados, donde la ingobernabilidad empieza a provocar síntomas de pérdida de control social, como en Guerrero, Veracruz, Michoacán, Zacatecas, Sonora, Sinaloa, Puebla y los que se acumulen, indican que la polarización y promoción de la división de mexicanos, no ayuda.
Aunque aún hay indicios del humor que generan personajes como Abelina López Rodríguez, presidenta municipal de Acapulco, que asegura desde su óptica de perito práctico, que los trailers se mueven solos.
O una gobernante, que en vez de sentarse a dialogar con los responsables de aventar un tráiler contra ciudadanos inermes, se pierde en la banalidad y la frivolidad de su cumpleaños, festejando junto con su familia y su padre, que en Guerrero, no pasa nada.
Es necesario, que se inicie a establecer la agenda de lo que será o se quiere en un estado, que en efecto, no es Disneylandia, ni un salón de fiesta, para disfrazarse de Selena a la primera provocación.
La gente quiere gobiernos que cumplan y que se conduzcan con responsabilidad.
Ya habrá tiempo para cortar frutos de un buen gobierno, en caso de lograrlo.