• ¿El PRI y su circunstancia?
Por Alfredo Guzmán
La segunda fuerza política más importante en el escenario guerrerense, es el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La primera es el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), quien gobierna.
Unido el PRI a otras organizaciones políticas, obtuvo un poco más de 600 mil votos en la contienda más reciente. Casi da el campanazo, pero algo más faltó.
En estos días, ha iniciado en su interior un movimiento de posicionamiento entre dos personajes de esa organización, que buscan ser el abanderado para alcanzar los objetivos que siguen.
Mario Moreno Arcos y Alejandro Bravo Abarca, son los dos políticos, que han levantado la mano en busca de que su partido defina el método electivo, vía convocatoria y competir en buena lid.
Los dos tienen presencia y liderazgo. Unidos son dinamita. Separados y divididos, serán fácil presa de sus adversarios internos y externos.
Luego entonces, y luego de haber escuchado a ambos establecer que el primer elemento que buscarán promover es la unidad, sería adecuado, que ambos fueran a la contienda interna con claridad del objetivo deseado.
Una organización política dividida, no le sirve a nadie.
Los dos lo merecen y tienen la fuerza y el liderazgo apropiado para alcanzar el objetivo de ser quien encabece a su organización partidaria.
Ambos conocen la historia de la organización, sus formas, sus contextos, sus procesos y los dos han realizado varias responsabilidades que la organización les ha encomendado y supongo que ninguno, tiene cola que le pisen.
En esta semana que transcurre, he leído varios textos, que me indican que hay interés de algunos externos e internos, de promover la división.
Ninguno puede descalificar al otro, para encumbrarse, porque comete un error, que al final de la contienda, tendrá una organización dividida y sin capacidad de enfrentar los retos que se avecinan.
El PRI como toda organización política, tiene un legado, que muchos mantienen vivo, mientras la organización exista.
La historia de la organización, tiene altas y bajas, triunfos y derrotas, al grado de que por muchas circunstancias, muchos ya han escrito epitafios en su honor, olvidando que es la organización política viva, más longeva en el país.
Muchos de los actuales gobernantes y políticos de otros partidos, pasaron por sus filas, y tienen en su ADN, parte de la formación ideológica que los distingue.
Alejandro Bravo y Mario Moreno, tienen una amplia experiencia en lides electorales, ya como funcionarios y como hacedores de la política y saben qué hacer para fortalecer un proyecto, que reclama actitud responsable y acción unitaria, que le dé certeza al ganador, de que gane quien gane, quien deberá ganar será la organización y no el individuo.
Son camaradas, han compartido responsabilidades políticas y se entiende que han dejado huella y sus acciones son indicativas del poder que han ejercido y del liderazgo, que tienen ambos, unidos o separados.
Ante un escenario político donde la organización se defina por uno u otro, la unidad deberá prevalecer. Y para ello se hace necesario, que ambos lo digan, den un paso al frente y establezcan con claridad que buscarán ante todo, fortalecer la unidad, sea quien sea el que determine la militancia y sus órganos de gobierno.
Por lo tanto deberán reunirse ya, mandar mensajes de poder, enviar a la militancia con claridad que tienen toda la disposición de generar confianza, lograr convencer y alcanzar el objetivo. Y sin chantajes, establecer que gane quien gane, el que no lo haga, se une al otro, para seguir forjando los triunfos que serán necesario construir.
Las organizaciones que trascienden, eso han hecho, las que han desaparecido, no lo han hecho.
La militancia lo reclama.
O como dijera mi madre: “Tan poco el amor y desperdiciarlo en celos, es muy pendejo.”
Ambos, tienen la palabra y la acción.