Epístolas Suriana De Julio Ayala Carlos

• De turistas, y mal servicio…

CASI SIETE MIL MILLONES DE PESOS, de acuerdo al gobierno del estado, es la derrama económica que dejó al estado el pasado periodo vacacional de fin de año. Indudablemente fue una excelente temporada vacacional, principalmente para los tres destinos turísticos del estado, luego de que el año pasado, por motivos de la pandemia del Covid-19, fueron cerrados a los turistas.

Indudablemente que es excelente la noticia, pues eso indica que los destinos turísticos de Guerrero siguen siendo los preferidos de los turistas y vacacionistas. Por supuesto, los del país, y más aún, los de la Ciudad de México, pues hay que decir que el turismo internacional, el gran turismo, tiene años que dejó de visitar Guerrero.

Ello, por supuesto, tiene una explicación. Hasta antes de los 80, Acapulco era el destino turístico por excelencia, por ser, precisamente, el único del país, y más aún, un paraíso. No por nada el turismo internacional, el jet set, vacacionaba en el puerto. Estrellas de cine, de fama mundial, políticos de primer nivel, y los hombres más ricos del planeta visitaban en Acapulco.

Acapulco era, pues, la Perla del Pacífico, el Paraíso de América. El centro mundial del turismo.

Luego aparecieron otros destinos turísticos, y con ello Acapulco se vino abajo, tanto que ni siquiera los estudiantes de los Estados Unidos de América, vienen. Y si bien Ixtapa-Zihuatanejo, junto con Taxco emergieron, no han sido suficientes para volver hacer de Guerrero, el destino por excelencia de los turistas.

Ixtapa-Zihuatanejo, y Taxco, sin duda tienen lo suyo. El primero por sus playas y la calidez de su gente, y el segundo, por su plata, su interés colonial y la buena atención de su población, lo que los hace destinos turísticos por excelencia. Sin embargo, por su cercanía con la Ciudad de México, Acapulco sigue siendo el de mayor atracción, aunque ya no para el turismo de altura.

Sí. Con todo y que Acapulco dejó de ser el centro turístico por excelencia, hay que decir que se niega a morir, aunque, hay que reconocerlo, sus autoridades, así como los prestadores de servicios turísticos, lo ahogan día a día. El mal servicio, incluido el de los taxistas, los taqueros y los precios excesivos de quienes venden alimentos en las playas, son prácticamente un asalto a los visitantes que hacen de su estadía en el puerto, una amarga experiencia que los marca.

Y es que, no puede ser más que un robo el que la dejada de un taxi, de 40 o 50 pesos, en vacaciones tenga un precio de 100 o 150 pesos. Que una orden de picaditas, que valen 30 pesos en temporada normal, se cobren en 120 pesos en temporada alta. Que un ceviche, a base de cebolla y jitomate, de 100 pesos, después lo cobren en 250 pesos. Y de que la renta de una sombrilla, que en domingos normales vale 50 pesos, en vacaciones de diciembre te la cobren en 350 pesos.

Y todo ello, como si les hicieran un favor a los visitantes, a quienes les esconden los precios para cobrarles otros, sin descontar que en sus cuentas les inventan consumos, aunado a un trato indigno y hasta racista, porque los turisteros de Acapulco añoran el turismo gringo y de otros países, en vez de los visitantes nacionales que, a pesar de todo, con todo y los malos tratos, sigue yendo al puerto.

Por supuesto que todos queremos que regresara a Acapulco el gran turismo, el que gasta en dólares, pero hay que decir que difícilmente habrá de volver si los prestadores de servicios turísticos siguen prestando, valga la redundancia, un mal servicio, de asalto y robo. Añoran los tiempos cuando el jet set visitaba el puerto, pero no reconocen que ellos también lo ahuyentaron. Se les olvida, que además de sol y arena, los turistas requieren atención y buen servicio, seguridad y nuevos atractivos.

Hay que decirlo. Los acapulqueños, que siempre se quejan que no venden, aunque les vaya bien, como la reciente temporada de fin de año, debieran aprender de los taxqueños que, por ejemplo, tienen la tarifa de taxi más baja, precios económicos, diversos puntos de interés turístico, y lo que es más, la mejor atención para el turismo nacional y extranjero. Deberían, sin duda, aprender los buenos modales, por ejemplo.

Y claro, también deben, o deberían aprender de los prestadores de servicios turísticos de Ixtapa-Zihuatanejo. ¿Quién no va a volver a las playas de Zihuatanejo e Ixtapa, si allí se sienten seguros, si tienen buena atención y además pueden divertirse como nunca?

Sí, hay que decirlo. Si no fuera por el turismo nacional, y en concreto, el de la Ciudad de México, los prestadores de servicios turísticos de Acapulco, andarían llorando como en plena pandemia. No obstante, no sólo los tratan mal, sino que hasta los roban y se aprovechan de ellos. Y es que aún no entienden, porque nadie los ha educado, que el buen servicio, y la buena atención, son de vital importancia para que los visitantes regresen.

¿Y a propósito, cuándo carajos van a abrir al público el Parque Papagayo? Pregunta para la gober…

Comentarios: epistolassurianas@hotmail.com

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