De Julio Ayala Carlos
• Alcaldes de todo: corruptos o de resultados
• Una historia diferente, el munícipe de Tlapa
CON CASI TRES MESES DE GOBIERNO, los 81 presidentes municipales del estado, incluyendo al Ayuntamiento de Ayutla que se rige por un concejo comunitario, ya dieron muestra de lo que son y lo que pueden hacer, por lo que, hay que decirlo, ya se les puede evaluar su trabajo. La mayoría, la gran mayoría ha dejado mucho que desear, mientras que otros ciertamente se la llevan “de a muertito”. Pocos son los que pueden contarse con los dedos de las manos, los que en efecto han demostrado que llegaron a trabajar, a servir a sus conciudadanos, y a entregar resultados.
Un presidente municipal, de acuerdo con la Ley, es el representante del municipio, quien además ejecuta los acuerdos del Ayuntamiento, el cual preside, gobierna y administra. Como jefe de la administración municipal, es quien propone al Ayuntamiento la designación de los funcionarios municipales, supervisa y vigila la hacienda y la prestación de los servicios públicos, además de celebrar los actos y contratos necesarios para el despacho de los negocios administrativos, entre otros.
No obstante, si bien es el jefe, tanto que en muchos casos marea a quienes ocupan el cargo, técnicamente también es el primer servidor público del municipio, entendido éste como el primero, de todos los funcionarios públicos municipales, que está comprometido y obligado a servir, a conducirse con respeto y actuar con responsabilidad, y por supuesto con honestidad.
Claro que no todos así lo entienden. La mayoría de ellos llegan al cargo con intenciones de enriquecerse, por supuesto, con los recursos que llegan a la hacienda pública municipal, de tal forma que de ser unos “don nadie”, se convierten de la noche a la mañana en los nuevos ricos del pueblo, con propiedades aquí y allá, con ranchos, camionetas de lujo y cuentas bancarias que ni siquiera imaginaron. Además, ya como presidentes municipales, se comportan de manera déspota, contrario a lo que eran en campaña. Los ejemplos sobran.
Por eso digo que a casi tres meses de que asumieron al cargo, ya podemos evaluarlos. En estos casi tres meses, ya han dado muestras de lo que son: arrogantes, arbitrarios, dinereros, irresponsables, dos caras, sinvergüenzas y corruptos. Los hay también los que se la llevan “de a muertito”, y culpando a otros, a sus antecesores de los males que les toca a ellos resolver. Otros hacen como que trabajan, pintando bardas, pagando encuestas para que digan que son los mejores y haciendo pachangas, jugando con la necesidad de la gente y la esperanza de una viva mejor.
Por fortuna, también hay presidentes municipales buenos. Si bien son los menos, que se pueden contar con los dedos de las manos, también hay los que llegaron al cargo para trabajar por su pueblo, para resolverle sus problemas y para mejorar su condición de vida. Sin duda que de esos son los que requiere Guerrero, porque de bandidos y rateros ya tenemos muchos.
Sí. Así como tenemos a presidentes municipales como la de Acapulco, Abelina López Rodríguez, y la de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, también tenemos al de Chilapa, Aldy Esteban Román; al de Iguala, David Gama Pérez; al de Ometepec, Efrén Adame Montalván, y al de Tlapa, Gilberto Solano Arreaga, entre otros, unos conocidos por inútiles, por quejarse de todo y darle atole con el dedo a la población, y otros que en verdad llegaron a trabajar, a resolver entuertos y entregar resultados.
En efecto, entre esos presidentes municipales que llegaron a trabajar, y cómo no si ése fue el compromiso con el pueblo que hoy gobierna, es el de Tlapa, Gilberto Solano, quien llegó al cargo en su segundo intento. Es, de acuerdo a los habitantes de ese municipio, y así lo reconocen propios y extraños, el primer presidente cien por ciento indígena, de ahí que conozca las necesidades, carencias y esperanzas de ese pueblo, siempre primero en los discursos, pero olvidado en los hechos.
Hay que decirlo. Puede a muchos no gustar pero es muy cierto que es de los pocos ediles que le roba horas al sueño. Es también de los pocos que le han sacado jugo a la visita presidencial a Tlapa, pues en base a la gestión que realiza, ya en Chilpancingo donde están los tres poderes del estado, o incluso en la capital del país, ha logrado importantes acuerdos en obra pública para el año próximo. Y es que Tlapa, considerado el Corazón de la Montaña, no sólo lo requiere, sino que le urge, en beneficio de los pueblos indígenas que pertenecen a ese municipio, y de los que llegan de otros lugares.
Puede criticársele muchas cosas al presidente Solano Arreaga pero nunca de ser flojo, de irresponsable, de insensible y de no tener compromiso con el pueblo que gobierna. En Tlapa, hay que decirlo, se respira trabajo, y lo que es mejor, en beneficio de los pueblos indígenas. La madre del hoy presidente municipal sufrió en carne propia el olvido de los gobernantes pasados, y por eso el edil está doblemente comprometido para mejorar las condiciones en que viven los que menos tienen. Pueden creerlo o no, pero los tlapanecos dan testimonio de ello.
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