Chicotazos

  • ¿De piel finita?

Por Francisco Javier Flores V.

En medio de un proceso de vital importancia para Guerrero, como lo es la designación del fiscal General del Estado, fomentar la discordia al interior del Congreso del Estado sólo provoca un clima adverso que en nada ayuda a generar los acuerdos y consensos de los que tanto se habla entre nuestros próceres locales de la política.

Después de la escaramuza verbal de hace algunas sesiones, particularmente el intercambio de expresiones entre los diputados Joaquín Badillo Escamilla, de Morena, y el perredista Bernardo Ortega Jiménez, dio la impresión de que finalmente se habían impuesto la cordura y madurez política cuando los coordinadores de las diferentes fracciones parlamentarias decidieron dar el tema –el presupuesto federal- como suficientemente discutido y por concluida la sesión de ese día.

En lo personal incluso me congratulé por la salomónica decisión adoptada por Alfredo Sánchez Esquivel, Héctor Apreza Patrón, Raymundo García Gutiérrez, Manuel Quiñones Cortés, Leticia Mosso Hernández y Ana Lenis Reséndiz Javier, integrantes de la Junta de Coordinación Política, a fin de que el desencuentro verbal no escalara a otros niveles.

El mismo Bernardo Ortega Jiménez, cuando algunos periodistas lo abordaron el pasado miércoles 1 de diciembre, a la salida del evento en que rindió protesta el nuevo presidente del Tribunal Superior de Justicia, queriendo “rascarle” sobre el desencuentro con el legislador Jacko Badillo, se limitó a expresar: “No tengo nada qué declarar”, dando a entender que el episodio era ya cosa del pasado.

Por eso resulta inexplicable y hasta extraño que las bancadas del PRI y el PRD jueguen a seguirse haciendo los ofendidos –piel finita, les dicen- y en una actitud infantil, indigna de su investidura por donde quiera que se le vea, abandonen el salón del pleno cuando el diputado Badillo hace uso de la tribuna y regresen ya que el orador terminó de hablar. Lo han hecho, al menos, en un par de sesiones.

¿Realmente siguen rumiando por no haber desquitado su coraje el día en que se decidió dar por concluida la sesión? ¿O será que a falta de argumentos deliberativos optan por hacer el vacío a uno de los diputados que más participaciones ha tenido en la máxima tribuna estatal?

Lo peor que podría pasar es que en realidad sea parte de una estrategia sectaria de priístas y perredistas para ejercer presión y satisfacer intereses muy particulares o de grupo, aprovechando que –miren qué casualidad- está sobre la mesa el trascendental tema de la designación del nuevo fiscal, para la cual se necesitan las dos terceras partes de los 46 integrantes de la LXIII Legislatura.

Habría que ver, entonces, de qué color pinta el guinda en los próximos días. Vale.

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