• Educación, contra la venta de niñas
• Lo otro sólo son buenas intenciones
HAY QUE DECIRLO. LA “VENTA” DE NIÑAS con fines matrimoniales, como ocurre en municipios de la Montaña, y algunos otros de la Costa Chica, difícilmente va a desaparecer si desde el gobierno federal y del estado no hay programas y acciones que incidan directamente en los pueblos indígenas, y en consecuencia, en su desarrollo. Es decir, difícilmente va acabarse esta práctica si no desaparecen los problemas estructurales que la generan, como la marginación y pobreza, la falta de empleo y oportunidades para las mujeres, pero también, la falta de educación.
Lo dijo puntualmente el coordinador de los diputados del PRD en el Congreso del estado, Raymundo García Gutiérrez: el problema, porque eso es, no va a resolverse con decretos, con discursos, y menos con buenas intenciones, sino con mejores condiciones de vida, con empleo, con educación, y más educación, para desterrar estas prácticas que no sólo agravian a las mujeres, sino a la sociedad en su conjunto, en pleno siglo 21.
Se equivocan pues quienes creen, incluyendo a diputadas y diputados locales, a funcionarios del gobierno del estado, como la secretaria de la Mujer, e incluyendo también a un numeroso grupo de mujeres activistas, que con sus discursos, algunos de ellos incendiarios, va a terminarse la venta de niñas para contraer matrimonio, pues su práctica, hay que decirlo, no es de ahora, de tal forma que en algunas comunidades la entrega de dinero por una niña se ve como algo normal, principalmente entre los varones.
Por supuesto, nada es imposible cuando se quiere y hay compromiso verdadero, pero más allá de los buenos deseos, que no sirven más que para el lucimiento, los pueblos de la región de la Montaña, y algunos otros de la Costa Chica, principalmente, requieren recursos para su desarrollo, es decir, para que cambien, o en su caso mejoren las condiciones de vida de sus habitantes, incluyendo por supuesto a las mujeres. Y es que los pueblos de esas dos regiones del estado, como ocurre también con los de todo Guerrero, requieren de empleos, de mejores caminos, de unidades médicas especializadas, y por supuesto de educación a fin de cambiar prácticas que para algunos son normales.
Así lo dijo García Gutiérrez, quien fuera alcalde de Acatepec, que en su momento era uno de los municipios más pobres del estado. Así lo ha dicho también cuando fue diputado local y federal por diversos municipios de la Montaña, y así lo ha reiterado ahora nuevamente como diputado. Para cambiar esas prácticas, se requiere educación, educación, y educación.
No hay pues, de otra. De nada servirán los programas de gobierno, con todo y que intervengan organismos internacionales, como la ONU, si en esos pueblos de la Montaña y la Costa Chica no hay una fuerte inversión de recursos que vengan incluso a independizar a las mujeres a fin de evitar ser vendidas como si fueran objetos. Y en este sentido, si el gobierno federal y si el gobierno del estado no canalizan suficientes recursos para mejorar la vida de las mujeres, difícilmente van a desaparecer prácticas que atentan contra la vida éstas, vulneran su dignidad y violentan sus derechos humanos.
En este sentido, más que decretos del Congreso y pronunciamientos de diputados, lo que las mujeres requieren es que en el presupuesto de egresos, los legisladores les canalicen recursos para mejorar sus condiciones de vida, y en este sentido, el gobierno del estado debe hacer lo propio, pues como hemos dicho, los buenos deseos nunca en ningún pueblo del mundo han cambiado nada si no van acompañados de recursos suficientes para mejorar condiciones de vida.
Así pues, deberían escuchar al diputado local Raymundo García Gutiérrez, quien como pocos en el Congreso del estado conoce los problemas que enfrentan los pueblos originarios de la Montaña y la Costa. No hacerlo, y gritar que quieren acabar con la venta de niñas, sólo es simulación y vedetismo.
Y A PROPÓSITO DEL LEGISLADOR EN CUESTIÓN, el pasado fin de semana sostuvo una reunión con los diputados locales de su partido, el PRD, y con el comité directivo estatal que encabeza Alberto Catalán Bastida, con el fin de trabajar de manera coordinada, fracción parlamentaria y dirigencia estatal, en la demanda social de sus representados, lo que indica que, además de legislar, también recorren sus distritos para estar muy de cerca con sus representados.
Hay que decir también que si bien son pocos los diputados que integran la referida fracción parlamentaria del PRD, son los más puntuales a la hora de proponer y debatir en favor de los guerrerenses.
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