• La propuesta de diálogo de la Iglesia
• Acuerdos autoridades y delincuencia
DESDE HACE VARIOS AÑOS, EL OBISPO DE CHILPANCINGO, y luego el de Acapulco, han propuesto, cada uno a su modo, un acuerdo entre las autoridades de gobierno, legalmente constituidas, con los grupos delincuenciales que tienen que ver con el narcotráfico. Ese acuerdo, señalan, es la solución para acabar con la violencia en el estado, y en consecuencia, para que llegue la paz a Guerrero.
Prácticamente durante todo el gobierno de Héctor Astudillo Flores, el obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, una y otra vez propuso reuniones entre los delincuentes y las autoridades, con el fin de llegar a acuerdos y se acabara la violencia que desembocaba en muertos, secuestros y levantones. El gobierno, por supuesto, nunca aceptó tal propuesta, en tanto que el Obispo incluso se ofreció, una y otra vez, como mediador.
Una y otra vez, también, el Obispo ha señalado, incluso sin que se lo pregunten, que se reúne con dirigentes de grupos delincuenciales, a quienes les pide conducirse por el camino del bien. Por el índice de la comisión de delitos, no hay la menor duda de que no le han hecho mucho caso, pues la violencia, con todo y eso, continúa en Guerrero, y más ahora que hay un nuevo gobierno en el estado.
Mientras tanto, el arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González, en uno de sus comunicados, hizo un llamado a considerar el diálogo entre autoridades, víctimas y victimarios, como una opción para llegar a la justicia, al referirse a la violencia que afecta al país, al estado y al municipio de Acapulco, donde se concentra el mayor número de asesinatos.
Tal vez valga la pena considerarlo y discutirlo en busca de mejores resultados, dijo, tras agregar que el sentir de los ciudadanos es un “ya basta de todo esto”.
“Supone el diálogo entre la autoridad y las personas que han cometido crímenes y delitos. No se trata de un arreglo en lo oscuro, sino transparente y público, legal. Busca el beneficio de la sociedad, viendo por la víctima y rescatando a aquella persona de su conducta criminal”, añade.
Es decir, una especie de “justicia restaurativa”, es decir, en favor de las víctimas, previo a un acuerdo entre victimarios, es decir, delincuentes y homicidas, con las autoridades de gobierno, beneficiando a los deudos.
Todo ello, en medio de una política del gobierno federal de “abrazos, no balazos” contra los delincuentes, quienes, como en el caso de Michoacán, prácticamente le abre paso a los grupos delincuenciales, mientras que el Ejército y la Marina están ocupados en construir los grandes proyectos del presidente de la República o se entretienen en tareas administrativas.
Hay que decirlo. Si bien en todo el país, incluido el estado, no hay una política de persecución y combate al crimen organizado, lo cierto es que las ejecuciones en Guerrero continúan, y lo que es peor, aumentan, lo que ha llevado nuevamente a los jerarcas de la Iglesia Católica a retomar su propuesta de un diálogo y acuerdo con los líderes de los grupos delincuenciales con las autoridades de gobierno, con lo que a su juicio se acabarían los asesinatos y con ello vendría la paz en el estado.
Es decir, dado que en el país y el estado no hay una política de persecución y combate a la delincuencia organizada, el acuerdo de éstos con las autoridades de gobierno tendría como objetivo que éste actuara como árbitro a fin de que aquellos dejaran de enfrentarse, pero también, vía la conversión al buen camino, los delincuentes se volvieran buenos y dejaran de lado las actividades delictivas, algo así como lo planteó en campaña el presidente de la República.
El problema es que la gobernadora del estado, Evelyn Salgado Pineda, no está muy convencida de ello, es decir, de la propuesta de los prelados religiosos, que como hemos dicho, fue desechada por el anterior gobierno del estado, de quien hay que decir redujo los homicidios, mientras que el actual parece ser que no le encuentra el modo, con todo y que tiene todo el apoyo del gobierno federal.
A PROPÓSITO, SALVO EL TURISMO CHILANGO, por decirlo de alguna forma, parece muy difícil que el turismo de otras partes del mundo visite Guerrero en las vacaciones de diciembre, precisamente por la ola de violencia que existe, por ejemplo, en Acapulco, pues los turistas, aparte de lugares recreativos, y estoy hablando del turismo de altura, es decir, el internacional, requiere de seguridad que hasta ahora las autoridades no han podio garantizar más que en las palabras y los buenos deseos que, eso sí, sobran entre los gobernantes.
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