• ¿Las nuevas administraciones?
Por Alfredo Guzmán
Hoy se realizó en la mayoría de los ayuntamientos del estado de Guerrero, el cambio de personas y de partidos que habrán de gobernar más de 80 municipios, porque en uno, se repetirá el proceso y en otro hay usos y costumbres.
Las expectativas son múltiples, aunque la realidad se impondrá.
Hay una reducción de presupuestos por parte de la Federación, que obligará a hacer más con menos.
Es decir, los nuevos administradores de la función pública, deberán ser mesurados. El hecho de que lleguen equipos, en muchos casos improvisados, aunque emocionados por haber alcanzado el triunfo los obliga a realizar una gobernanza estratégica, porque se toman decisiones en asuntos de interés público y eso obliga a tener equipos profesionalizados.
Las campañas ya terminaron y ahora se debe ofrecer gobiernos municipales, capaces, receptivos, inclusivos y que transparenten el manejo de las finanzas.
Las experiencias negativas en los dos municipios emblemáticos del estado de Guerrero, como Acapulco y Chilpancingo, establecen que no basta que se haya ganado con cierta contundencia en una elección sino se tiene la responsabilidad y determinación de resolver la problemática.
Es posible que si llegan y empiezan a no aplicar la política y una buena administración pública, que defina la estrategia, los objetivos, los tiempos y las posibilidades de acuerdo al presupuesto, indicará al final del término constitucional, los resultados.
En Acapulco, la señora Adela Román, sin tener idea de lo que es la administración pública, derrochó y quemó sus naves y a punto de estuvo de poner en riesgo el poder. Sin proyecto, sin equipo, pero con una vergonzante ambición de poder, supuso que el municipio sería su plataforma para alcanzar la candidatura a la gubernatura.
En Chilpancingo, igual. Antonio Gaspar Beltrán, se peleó hasta con el perico y no aplicó la política. Que implica adelantarse al conflicto o cuando se tiene, resolverlo por la vía del diálogo. En ambos lugares con una pésima comunicación, donde habilitaron a personal, más afín a los temas del corazón, no encontraron la forma de al menos, ofrecer una buena comunicación política.
Ambos gobiernos municipales vivieron crisis políticas que nunca reconocieron y por lo tanto no pudieron resolver, lo que nunca reconocieron. No hubo manejo de crisis, adecuado.
Un excelente ejemplo es lo que ocurre hoy en el gabinete federal de Andrés Manuel López Obrador, que se encuentra a la mitad de su mandato, sin tener expectativas de superar la crisis que vivimos los mexicanos, aunque él ya tiene solución a sus promesas.
La pandemia será la culpable de su fracaso como gobernante. Por eso cuando retomó la frase común de “cómo anillo al dedo”, avizoró la solución a su incapacidad para alcanzar los objetivos que se generó al principio.
Repetir, que no hay crecimiento, no hay medicinas, no hay vacunas, no hay apoyos a la micro y pequeña empresa que dan trabajo a más de los 3 tercios de los trabajadores en México.
Cuando la violencia se desata y no hay forma de detenerla. Las bombas, los incendios de establecimientos y unidades móviles, por la extorsión, indican lo complicado que es vivir en un país, donde el presidente sigue promoviendo, “abrazos, no balazos”.
Y los narcos felices e intocables. Y la delincuencia organizada, como el ratón, cuando el gato no está.
En este escenario creado por el gobierno de Morena, donde la corrupción galopa sin ser contenida, ya hacen planes para volver a repetir en el gobierno federal, en un país, donde sin duda se vivía mucho mejor antes de que llegara el populismo, las promesas inalcanzables y las mentiras a nivel nacional con las mañaneras y las giras sin sentido.
Este es el escenario que vivirán los nuevos munícipes, quienes deberán entablar, alianzas políticas, buena gobernanza y mejor comunicación social, para evitar caer en la manipulación de buenos y malos.
Esto también operará para los nuevos gobiernos estatales, como el de Guerrero, que en breve habrá de ser renovado.
Si empiezan a gritar ¡Al ladrón, al ladrón”, que ya se fue, no es buena idea.
Claro que siempre es posible fincar responsabilidades, pero eso lo hacen las contralorías y la Auditoría Superior de la Federación y no se podrá distraer nadie en eso.
Como sí, ocurrió en Acapulco, donde la culpa era de los anteriores, para tapar sus incapacidades presentes. Y vean los resultados, lanzar bombas distractoras de humo, ayudan, pero el saldo es cruel.
Al tiempo.