El Voyerista

  • ¿Tan lejos de Dios y de la justicia?

Por Alfredo Guzmá

Tuvieron que pasar 11 años, para que reinicie un proceso de resarcimiento de la justicia por las violaciones cometidas contra dos indígenas guerrerenses por militares, que aún deja inconclusa la sentencia emitida contra el Estado Mexicano, por la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CoIDH).
Con la inauguración de la Casa de los Saberes, este 17 de septiembre en Ayutla de los Libres Guerrero, por el Subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas y el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, se avanza pero faltan muchas cosas por hacer.
El estado de Guerrero es un lugar donde la injusticia y los abusos contra las mujeres han imperado.
Lugar paradisiaco y de contrastes.
Asentamiento, donde varias tribus nativas, como los Yopes fueron indómitas. Desde siempre fue refugio de seres humanos fuertes y de acero, como dice la canción. Y en donde la justicia social, ha estado ausente. Las grandes obras de infraestructura siguen siendo una promesa inconclusa, de todos los gobiernos.
Rememoro cuando el realista Agustín de Iturbide llegó a estas tierras en busca del insurgente Vicente Guerrero Saldaña a quien no pudo derrotar, pensó que era mejor aliarse y buscar que lo reconociera para declararse emperador. Cosa que Guerrero, rechaza y acepta firmar el Plan de Iguala, que establece las claves de la independencia de México, con España.
Pero la prensa “conservadora” despoja a Guerrero de su legado y encumbra a Iturbide como consumador de la Independencia, cosa que es relativa, por así corresponder a los intereses de su clase social imperial. Hasta eso nos quieren regatear.
Y a esa injusticia, se suman muchas, como la de ignorar el nombre de Vicente Guerrero en las proclamas en las noches del 15 de septiembre al borrarlo de la lista de los héroes independentistas, que nos dieron patria.
A la independencia de México y a la Revolución se suman muchos mexicanos y mexicanas de buena cepa, que ofrecen su vida por un Guerrero, mejor. Y la justicia social no llega.
Por eso sigue la lucha social abierta con Genaro Vázquez, con Lucio Cabañas y muchos hombres y mujeres heroicas.
Para aplastar esa insurgencia, llega el ejército y arrasa todo y a todas.
La guerra sucia, las miles de desapariciones, Aguas Blancas, El Charco, y súmele muchas acciones que son aplastadas con la fuerza de las armas. Ayotzinapa se suma a las desgracias que tienen que vivir los guerrerenses, en busca de un cambio de visión y actitud de respeto a los derechos ciudadanos.
Ante este panorama desolador, surgen algunas luces de esperanza.
Ha sido necesario que intervengan organismos internacionales, para que se procese a un Estado que violenta a sus ciudadanos y le dicte acciones a cumplir.
La principal demanda, sería que el ejército regrese a los cuarteles y con ello evitar que sigan ocurriendo violaciones a los derechos humanos de los ciudadanos y mujeres, luego de que el ejército, no está preparado ni capacitado para realizar actividades de seguridad pública.
A esta fecha, hay muchos casos de violaciones a mujeres, asesinatos, desapariciones y acciones contra comunidades enteras, derivadas de la búsqueda por impedir la organización social, contra la que el Estado Mexicano, ha estado enviado militares a controlar.
Otra, que los cuerpos de seguridad sean capacitados en Derechos Humanos
Que haya justicia social y que el estado de Guerrero, deje de ser cabus del rezago social en el país. Esa propuesta es mía.
Y que con la apertura de la de la Casa de las Sabias (Saberes) centro comunitario Gúwa Kúma en Ayutla de los Libres, inicie en el país, un cambio en la forma de tratar a las poblaciones indígenas, olvidadas.
Acciones que generen justicia, respeto, cese a las agresiones, violaciones y muerte de mujeres.
Y que los nombres de las indígenas violadas por militares, se nos graben en la mente, para que nunca más vuelva a suceder.
Y que en cada indígena y mujer renazca la sangre indómita guerrerense de Inés Fernández Ortega y de Valentina Rosendo Cantú, quienes nunca se cansaron de reclamar justicia, en donde organizaciones como Tlachinollan y Abel Barrera Hernández, siempre las han acompañado.
Once años después de que la CoIDH determinó sancionar al Estado Mexicano, la justicia se asoma e inicia un proceso que se espera sea ejemplo de lo que es posible hacer para otorgar justicia y por el otro lado, lo que no se debe hacer, en agravio de la sociedad mexicana.

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