- Intenso el debate por el regreso a clases
Por Roberto Santos
Esta semana seguirá el intenso debate acerca del regreso a clases.
Unos rechazan esta decisión del gobierno federal y estatal y, otros, la aplauden.
Cierto es que la decisión del gobernador Héctor Astudillo es sensata cuando anuncia que intentarán el regreso a clases en 17 municipios donde no ha pegado tan fuerte el Covid-19.
Y es que hay lugares donde no han sido afectados por esta pandemia y han hecho su vida de manera normal.
Finalmente, el gobierno federal ha dicho que quien quiera mande a sus hijos a la escuela y quien no, que sigan tomando las clases desde su hogar.
Esa flexibilidad da un respiro para quienes pueden mantener a sus hijos en casa y poseen el equipo tecnológico para hacer frente a esta necesidad educativa.
Porque habrá que decirlo, el problema de este estado y de otros en México, es su pobreza y la carencia de equipo necesario para que los niños puedan tomar clases en su computadora, tableta o celular.
Además se debe contar con internet y hay lugares donde definitivamente no existe ese tipo de servicios.
Pero serán sus explicaciones del gobierno federal las verdaderas causas de impulsar el regreso a clases, porque no mucho convence que se busca evitar que los niños se la pasen en el Nintendo, porque con clases o sin ellas, los niños que tienen esa posibilidad juegan largas horas, porque el encierro ya existía debido a la violencia que hay en las calles y que ha incrementado más en este año.
Se dice que hay violencia en el hogar, algo que es cierto, y las estadísticas de algunas organizaciones sociales lo señalan, pero hasta ahora no hay acciones concretas para contrarrestarla.
Será acaso que creen que los niños y púberes van a poder detener la pandemia.
¿Será que pretenden detener los contagios exponiendo a los niños, en el entendido de que a ellos no les afecta tanto?
Parece un contrasentido intentarlo en este momento cuando la pandemia va por su tercera ola y hay infantes y jóvenes internados, víctimas de la variante Delta.
No es coherente decir que si se enferman los van a atender pronto, pues los porcentajes de internamientos en hospitales han llegado en algunas ciudades al límite de su capacidad, y no se ve que estén reconvirtiendo algunos espacios para atender enfermos de Covid-19, como en la primera ola.
Lo que vemos es el crecimiento de infectados en algunas ciudades, como Chilpancingo y Acapulco, pese a las restricciones.
Es posible creer que para fin de mes los contagios hayan reducido y haya cambio de color del semáforo, pero hasta no conseguirlo se deberían guardar de una acción aventurada y peligrosa.
Hay que hacer consciencia de que el virus llegó para quedarse y que los cambios en el uso de la tecnología deben ser vistos para bien, pues a la mayoría le permitió aprender a hacer uso de las redes sociales para trabajar, mantener comunicación con los otros y tomar clases a distancia.
Esas habilidades adquiridas deben ser aprovechadas, pues las redes sociales, al igual que el Covid-19, llegaron para quedarse entre nosotros.
Así que hay que adecuarnos a estos tiempos demandantes de nuevas forma de comunicación.
Quizá podamos hacer una vida más sociable, como antes, si pronto se crean medicamentos para tratar la enfermedad que genera el coronavirus y surja alguna vacuna que inmunice a las personas para siempre.
Mientras debemos seguir las reglas impuestas por la SSE.
El problema es si los niños serán capaces de cuidar estas disposiciones.
Ojala sí, por el bien de ellos, de sus padres y de sus maestros.