- Ilich: Cinismo y ambición
Por Francisco Javier Flores V.
Si hay alguien que no conoce la vergüenza es el regidor del Ayuntamiento de Acapulco, Ilich Augusto Lozano Herrera.
A pesar del escándalo protagonizado por su esposa, funcionaria administrativa del hospital del ISSSTE en Acapulco y algunos de sus allegados, incluido su chofer, que con el mayor descaro fueron de los primeros en vacunarse sin ser médicos ni estar en la primera línea de atención a la pandemia del COVID-19, el hijo de Rosario Herrera Ascencio, curiosamente también funcionaria del ISSSTE en Morelos, sigue aferrado a vivir del presupuesto público.
Y es que en realidad desde joven no sabe hacer otra cosa. Después de haberse sacado la lotería con una diputación federal plurinominal que le regaló el PRD por cuota de jóvenes, cobrando jugosos salario y dieta sin aportar nada en el Congreso de la Unión, buscó seguir pegado a la ubre desde el Congreso local, en donde por fortuna de los guerrerenses perdió estrepitosamente en la única elección en que ha participado de manera directa.
La suerte le volvió a sonreír (gracias a su ex protector Sebastián de la Rosa Peláez, al que terminó traicionando) y se coló como síndico en el Ayuntamiento que presidió Evodio Velázquez Aguirre, en donde igualmente pasó de noche en su encargo y pese a ello, para no quedarse fuera del presupuesto, traicionó al PRD y logró colarse en la planilla de regidores vía el PES, que en alianza con Morena ganaron la alcaldía con Adela Román Ocampo.
El asunto es que el tal Ilich no tiene llenadero. Los jugosos sueldos y dietas de la sindicatura y regiduría durante seis años (más lo que ganó tres años como diputado federal) no le han sido suficientes y ahora, en un alarde de cinismo y ambición, y valiéndole queso el PES que lo llevó al cargo que actualmente ostenta, logró ser incorporado nuevamente como candidato a regidor, ahora por Morena, en la planilla que encabeza Abelina López Rodríguez.
¡Ah!, pero nada tonto el ya no tan chamaco, pues para poder “negociar” ese espacio le tiró a la “grande”, promoviéndose como aspirante a la alcaldía de Acapulco, gastando un dineral en anuncios espectaculares y demás publicidad, en donde la cruda realidad le demostró que la popularidad de la que presume es ficticia, pues nomás no levantó en las encuestas.
No conforme con ello, todavía sigue alegando imposición en la candidatura a la alcaldía, allá en el plantón en la sede nacional de Morena de la Ciudad de México, ya no tanto para “tumbar” a la candidata Abelina, sino más bien para no ser tumbado él de la lista de regidores, pues se comenta que aún puede ser modificada.
Lo peor de todo es que dentro de su desmedida ambición, y mientras se decide si se quedará otros tres años de regidor mamando de la ubre, a expensas de si gana Abelina, Ilich se aferra al presupuesto a más no poder, pues luego de la licencia que solicitó para su fracasado intento de ser candidato a presidente municipal, ya se prepara para regresar a cobrar los últimos meses de regidor que le quedan, cuando se supone que debería dedicarse a hacer campaña para que gane Abelina.
La pregunta es, ¿realmente le interesará que gane su candidata? Porque viéndolo bien, gane o pierda, él ya tiene prácticamente asegurado su lugar en el siguiente cabildo, si es que lo dejan en el tercer puesto donde logró colocarse.
La respuesta podría encontrarse en las sospechosas reuniones que ha tenido Ilich Lozano con representantes, incluso candidatas, de alguno de los distritos de Acapulco por la coalición PRI-PRD. ¿Sobre qué temas hablarían en un conocido restaurante de la zona turística? ¿Sabrá Abelina de ello? Vale.