- ¡Es por la salud, estúpidos!
Por Francisco Javier Flores V.
La medida anunciada por el Gobierno Municipal de Acapulco de implementar el programa Hoy No Circula como una forma de frenar la movilidad de vehículos por la ciudad, ha generado un acalorado debate en el que los detractores de la alcaldesa Adela Román Ocampo aparentemente llevan la delantera.
Y es que en términos estrictos así es o quizá tenga que decirse así debería de ser, pues una mirada superficial al tema da elementos suficientes para argumentar que se trata de una decisión no consensuada por el Cabildo y que incluso su aplicación sería hasta ilegal, al no estar considerada sanción alguna en el Reglamento de Tránsito para quien viole la prohibición.
Sin embargo, hay un detalle que tal parece están pasando por alto quienes desde su limitada visión festinan el aparente resbalón de la presidenta municipal: Estamos enmedio de una emergencia sanitaria por la pandemia a nivel mundial generada por el Covid-19, también llamado Coronavirus, y uno de los factores que más han complicado disminuir los efectos del virus que en Acapulco se ha venido propagando a pasos agigantados, es precisamente la necedad de los ciudadanos de no acatar la única forma efectiva de combatir el mal: Quedarse en casa.
La gente de verdad no entiende y si al principio daba tristeza o causaba cierta inquietud ver a las personas despreocupadamente en las calles, actualmente no puede uno sino sentir rabia e impotencia al observar que esa conducta necia persiste. Vemos que incluso comercios de productos no esenciales se niegan a cerrar sus puertas, exponiendo a la población a un contagio masivo al no guardar medidas sanitarias tan elementales como la sana distancia, usar cubre boca o gel antibacterial.
Ante la terrible situación que se está viviendo (quien no lo crea que se dé una vuelta por los hospitales), con noticias amargas de lugares tan cercanos como Iguala, por ejemplo, en donde oficialmente se informó de 39 empleados de una tienda de abarrotes contagiados, los acapulqueños deberían no poner, sino tener ya remojadas las barbas, acatar la recomendación de permanecer en casa, y acogerse a los programas de apoyo que han venido implementando los tres órdenes de gobierno.
Habrá quien diga que no es suficiente, que muchos tienen que salir a buscar el sustento de sus familias, y tal vez tengan razón, sólo que a estas alturas, cuando en algunos núcleos de población se han comenzado a colocar lonas declarándolos zonas de alto riesgo de contagio, salir a la calle no solamente puede ser un acto suicida, sino hasta criminal, pues con el alimento que consigan para su familia, pueden estar llevándoles también la muerte por el virus que contraigan en la calle.
Es indignante (diría de risa, pero en estas circunstancias no cabe) la postura de la síndica Leticia Castro al salir a los noticieros de televisión a vociferar que «no va a permitir» la aplicación del Hoy No Circula, o la del regidor Javier Morlet que desde la comodidad del café y a través de Facebook argumenta que no se consultó al Cabildo y que es ilegal.
La alcaldesa Adela Román ya explicó que la decisión fue consensuada con el gobernador Héctor Astudillo, con el que en la Mesa de Construcción de la Paz se reúne todos los días para dar seguimiento a la evolución de la pandemia, y que es una forma más de frenar la movilidad generando conciencia ciudadana. Una decisión ejecutiva, pues para eso los eligió el pueblo, para tomar decisiones en bien de la colectividad.
En 1992, cuando el entonces candidato Bill Clinton se enfrentaba por la presidencia de los Estados Unidos a George Bush padre, quien le llevaba una ventaja considerable, nada menos que un 90 por ciento de aceptación, James Carville, su estragega de campaña, ideó la frase «Es la economía, estúpido», como una forma de enfocarse sobre cuestiones más relacionadas con la vida cotidiana de los ciudadanos y sus necesidades más inmediatas. La frase se convirtió en una especie de eslogan no oficial de la campaña de Clinton, que resultó decisivo para modificar la relación de fuerzas y derrotar a Bush, algo impensable poco antes.
De hecho, es lo que están haciendo las autoridades, enfocar los mayores esfuerzos hacia lo que más apremia a la población, y eso sin lugar a dudas es librar la pandemia, tratar de que haya el menor efecto negativo posible, y para ello es necesario que la gente guarde la cuarentena, se mantenga en sus hogares para evitar el contagio, tomando todas las medidas sanitarias. El Hoy No Circula puede no ser la solución, pero es una forma de inhibir la irresponsabilidad de quienes insisten en salir a la calle sin que verdaderamente sea urgente o estrictamente necesario.
Y así como Clinton derrotó a su poderoso contrincante, en México, en Guerrero y particularmente en Acapulco, con la participación responsable de todos es posible derrotar al odiado enemigo, el Coronavirus.
En el fondo, el Hoy No Circula no es un capricho de Adela Román, tampoco un desplante autoritario o una ocurrencia; mucho menos, como también lo han argumentados algunos, una forma de allegarse recursos por medio de las multas que se apliquen a los infractores. No es nada de eso. Parafraseando Carville… ¡Es por la salud, estúpidos!