- Emergencia, la otra pandemia
Por Jacko Badillo
Este domingo supe de una acción implementada por fuerzas del orden hacia vendedores del tianguis semanal que se coloca en la explanada o estacionamiento de una conocida tienda comercial en la colonia Emiliano Zapata de nuestro Acapulco, conminándolos a que se retiraran y dejaran de vender, lo que finalmente se logró.
Un bloqueo que presuntos vendedores o comerciantes del área de playa pretendían realizar, también el fin de semana, en el cruce de las avenidas Costera Miguel Alemán y Wilfrido Massieu, fue disuadido por la presencia de elementos antimotines, Ejército, Marina y Guardia Nacional que se hicieron presentes y dispuestos a evitar que los inconformes por las medidas de restricción impuestas ante la pandemia mundial y emergencia nacional por el COVID 19 llevaran a cabo esa acción, como forma de presionar a las autoridades para entregarles apoyos.
Este lunes circuló en redes sociales y algunos medios de comunicación el intento de un grupo de personas de introducirse ilegalmente con intenciones de saquear la tienda Soriana de la avenida Cuauhtémoc, lo cual fue evitado también por la presencia de uniformados que de manera inmediata acudieron a resguardar.
Estos escenarios nos muestran claramente dos hechos: Por una parte, la desesperación de la ciudadanía, actualmente guarecida en sus hogares por disposición oficial, que comienza a aflorar por conseguir medios de sobrevivencia, especialmente alimentos, y que de no atenderse como debe ser podría desbordarse y llevar a situaciones extremas porque nada es más desesperante para un padre o madre de familia que ver a sus hijos con hambre y no tener qué darles.
Y por otra parte, la decisión de la autoridad de utilizar las fuerzas del orden para contener el reclamo social y restringir actividades que supongan un riesgo para la propagación del virus. Así, no sé si es de antes, pero al menos este lunes, a lo largo de la principal avenida turística se pueden observar patrullas de la Guardia Nacional vigilando que no haya bañistas en la playa o el mar.
Nadie en su sano juicio desearía que la desesperación por la falta de alimentos se desborde; creo firmemente que aún estamos a tiempo de implementar acciones concretas e inteligentes que impidan que, ante una eventual hambruna, cunda la desesperación y los uniformados, que deberían estar para resguardar nuestra seguridad, se utilicen para reprimir a un pueblo hambriento. Duro paquete para nuestras autoridades pero, insisto, creo que aún es posible evitarlo.
Mientras tanto… ¡Jálalo que es pargo!